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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Peña Ganchegui, arquitecto de raíz

Fue coautor con Chillida del 'Peine del viento' y la plaza de los Fueros de Vitoria

El pasado jueves falleció el arquitecto Luis Peña Ganchegui (Oñati, Guipúzcoa, 1926) en su domicilio de San Sebastián. Peña ha sido el gran animador y referente de la modernidad en la arquitectura del País Vasco desde que finalizara sus estudios en la Escuela de Madrid en 1959. Pertenecía a aquella generación que tan bien encarnó el movimiento moderno de la arquitectura en una España que trataba de aprovechar el mínimo resquicio de libertad en el páramo cultural franquista. Nombres importantes de la arquitectura como Eduardo Mangada, Miguel Oriol, Fernando Higueras, entre otros, conforman aquella generación que se enraizó en la lección de los maestros Sáenz de Oiza, De la Sota y algunos pocos más.

Fue contrario al divismo y a la actual trivialización de la arquitectura

Peña Ganchegui pronto conectó, a través de aquellos legendarios Pequeños Congresos (1960-1969), con lo mejor de la arquitectura catalana y europea. Fueron casi constantes los encuentros lúdico-profesionales entre Oriol Bohigas, Federico Correa, Vázquez de Castro, Giancarlo di Carlo, Vittorio Gregotti, Alvaro Siza, Nuno Portas y tantos otros referentes de la arquitectura desde la segunda mitad del pasado siglo. Fueron importantes sus aportaciones humanas y profesionales en aquellos encuentros a los que, sucesivamente, se fueron incorporando quienes luego conformarían lo mejor de las arquitecturas de la modernidad en España: Rafael Moneo, Óscar Tusquets y algunos otros más.

Las obras construidas por Peña Ganchegui -Torre Vista Alegre de Zarautz, la renovación de la Plaza de la Trinidad en San Sebastián, y el grupo de viviendas Iparragirre (reconocido con uno de los primeros premios Aizpurua), Entzus, las Casas Rosas, o Imanolena, todas ellas en Mutriku- son ejemplos de una arquitectura tan sencilla como sentida y cargada de valores culturales. Así, con la obra y la actitud cultural de Peña en su relación con las corrientes realistas más valiosas del sur de Europa quedaron marcados los caminos por los que se iban a desarrollar los mejores episodios de la arquitectura vasca.

Fue capaz de aglutinar a grupos más jóvenes de arquitectos vascos con los que llegaría a compartir inquietudes y crear nuevas tertulias, al modo de aquellas antiguas de las que él fue asistente y testigo con don Pío Baroja, Luis Martín Santos, Juan Benet y otros.

En torno a Peña Ganchegui y Oriol Bohigas cristaliza el núcleo fundador de la Escuela de Arquitectura en la Universidad del País Vasco. Corrían tiempos propicios para las aventuras culturales en los últimos años del antiguo régimen y los inicios de aquella enigmática transición política. Tiempos de ilusión que los dos grandes arquitectos supieron administrar con habilidad para, desde el binomio Cataluña-Euskadi, dar carta de naturaleza universitaria a la institución que sea probablemente para la arquitectura del País Vasco su fundamento más esperanzador y necesario.

Creador por naturaleza y siempre muy atento a la dimensión constructiva de la disciplina, su labor docente ha estado fundamentada en el ejemplo y testimonio personal, y sobre todo en explicar hasta en sus más elementales detalles la propia obra construida y el proceso de constante búsqueda.

Las inquietudes culturales de Peña le llevaron desde la arquitectura a mantener con los principales creadores vascos unas relaciones complejas, a veces difíciles, pero siempre fructíferas. Lo hizo tanto en su proximidad al Grupo Gaur de artistas, nucleado en torno a Jorge Oteiza, como en la afortunada simbiosis entre naturaleza, arquitectura y escultura tan magníficamente lograda por Peña junto con Eduardo Chillida en el Peine del viento de San Sebastián, el carismático y dulce abrazo en claves figurativas entre el mar y la capital guipuzcoana. También colaboraron en la plaza de los Fueros de Vitoria, otro espacio-escultura que ha tenido una existencia menos placentera, aunque recientemente el Ayuntamiento de Vitoria se ha comprometido a recuperar su diseño original. Ha sido Peña un personaje característico en la tan intrincada como difícil de comprender pluralidad vasca. A ella aportó su trabajo desde una faceta de la cultura tan compleja y globalizadora como es la arquitectura. Contrario a cualquier atisbo de divismo y resistente frente a la actual mediatización y trivialización iconográfica de la disciplina arquitectónica, Peña Ganchegui pertenece ya, por historia personal y obra construida, al universo profundo de los grandes creadores. De aquellos que son capaces también de crear desde sus propias raíces y de una manera humilde y callada, a la manera del noruego Sverre Fehn, el danés Jörn Utzon o el que fuera su gran maestro y guía espiritual, el finlandés Alvar Aalto.

Iñaki Galarraga Aldanondo es arquitecto y profesor de arquitectura.

Luis Peña Ganchegui, en 2003, en su casa de San Sebastián.
Luis Peña Ganchegui, en 2003, en su casa de San Sebastián.JESÚS URIARTE

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