_
_
_
_
_
Cosa de dos
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bananas

Ya sé lo que están pensando. Bueno, no, no sé lo que están pensando todos ustedes. Sólo me permito suponer lo que piensan aquellos viciosos impenitentes que, en pleno agosto, siguen tragándose las noticias que supura la política española. Piensan que esto es un asco, ¿no? De acuerdo, lo parece. Pero reflexionemos un momento antes de acusar a nuestros políticos. Quizá las cosas no sean tan lamentables como parecen. Quizá haya una buena intención detrás de todo el barullo.

Veamos. Tenemos un desempleo intolerable y una economía hecha polvo. Tenemos un montón de narcotraficantes. Tenemos la banda terrorista más cutre del mundo y policías asesinados en la isla donde veranea el jefe del Estado. Tenemos en esa misma isla unos políticos detenidos y esposados por presunta corrupción, y liberados poco después tras pagar la fianza. Tenemos muchos otros políticos acusados de corrupción, pero no esposados.

Tenemos un presidente regional acusado de venderse por cuatro trajes al que la justicia no considera necesario procesar. Tenemos un Gobierno que sí quiere que se procese al presidente regional. Tenemos un Rajoy que acusa al Gobierno de montar una "inquisición" contra la oposición. Tenemos un Trillo que dice tener pruebas de que el Gobierno espía a la oposición, pero que no las enseña porque los caballeros no hacen esas cosas. Tenemos un Gobierno que exige a la oposición que acuda al juzgado de guardia. Tenemos un Rajoy (otra vez) que dice que ya veremos.

Tenemos música pachanguera, sexo fácil y un calor de espanto. ¿No les sugiere nada todo esto? Pues claro. Nuestros políticos, que saben que este año vamos justos de pasta, han querido regalarnos un veranito en Centroamérica, un veranito bananero de los de verdad. Disfrutémoslo: en cuanto acabe agosto, nuestros políticos volverán a su habitual sensatez y a su intachable gestión de los fondos públicos.

(Que no se moleste ningún centroamericano, por favor. O, si se molesta, que haga como los políticos españoles: una declaración incendiaria y hala, a seguir de vacaciones).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_