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Análisis:Cosa de dos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cámara

Enric González

Hagan la prueba: contraten a un cámara, un técnico de sonido y un productor, y pidan que les sigan. Podrán hacer casi cualquier cosa que se les ocurra. Con un poco de suerte comerán sin pagar en restaurantes de lujo y se colarán en fiestas estupendas. La presencia de la televisión altera los comportamientos. Por alguna razón, que se me escapa, la gente quiere salir en la tele. Si es la mayor de su pueblo, mejor. Si es el segundo canal local de Tananaribo, también vale.

Ése es el problema de Pekín Express (Cuatro). La idea consiste en reunir a unas parejas variopintas (marido y mujer, dos amigotes maduros, dos drag queens, un tipo indefinible y su empleada del hogar) y enviarlas desde la frontera occidental de Rusia hasta Pekín, con un presupuesto diario de un euro. En teoría, eso obliga a los concursantes a mendigar en ruso, a hacer dedo en carreteras polvorientas, a dormir en cunetas... En la práctica, cada pareja anda por ahí con la cámara detrás. Y, encima, con una tarjeta, redactada en la lengua local, en la que se explica que se trata de concursantes en un programa de televisión. ¿Cómo no encontrar a un lugareño hospitalario que quiera aparecer en la tele, aunque sea en una española? Hay que reconocer que alguna de las parejas ha tenido que dormir ya junto a la carretera, masacrada por los mosquitos. Pero eso constituye la excepción. Hasta ahora, el mayor peligro que afrontan los concursantes es la cirrosis: en cuanto el indígena ve la cámara y lee la tarjeta, abre una botella de vodka.

Pekín Express tiene algo de programa de viajes. Por ese lado, se salva. Habría funcionado mucho mejor si los concursantes fueran solos y provistos de una camarita, filmándose a sí mismos y a sus potenciales agresores (las cosas serían distintas sin el equipo televisivo), y documentando sus desgracias al final de cada etapa.

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