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Columna
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Canciones

David Trueba

Esta noche termina la primera temporada de No me la puedo sacar de la cabeza, programa de la tele catalana que ha recorrido la historia de 15 canciones, secretos de su composición y el contexto en el que salieron a la luz. No todos los episodios han brillado a la misma altura, entre otras cosas porque no todas las canciones escondían el mismo peso referencial, pero la fórmula, importada del programa noruego Landeplagge, ha resultado tan entretenida como estimulante. No sería raro que el formato viajara a otras cadenas nacionales, como sucedió con los encuentros de Miquel Calçada con catalanes por el mundo, que ha tenido fortuna con variantes regionales en todas las parrillas del país.

La canción elegida para cerrar temporada es Paraules d'amor, de Serrat, que se colocó número uno en las listas de 1966. Todo un hito del pasado, pero que vista la incapacidad de España para asumir su plurilingüismo incluso en democracia, no deja de servir tanto de estímulo como de sombra vergonzante sobre nuestro presente. Curiosamente, en unos pocos días, puede ganar el Goya una película hablada en catalán, Pa negre. Si aciertan los apostadores más enterados, el recorrido por el tiempo y el talento de Serrat será de lo más oportuno.

No me la puc treure del cap, así se titula en TV-3, está presentado por Roger de Gràcia, que responde bastante bien a la promesa de su apellido. A partir de temas de Sisa, Llach o de interpretaciones de Maria del Mar Bonet, se alumbra la materia de la que están hechas las canciones; aspectos técnicos y armónicos, que comentan músicos o se analizan con ligereza y humor, hasta las anécdotas sobre la composición de la letra, lanzamiento comercial y acogida de la gente. La canción de tres minutos, junto al cine, ha sido la más hegemónica expresión de la cultura popular en el siglo pasado. Al día de hoy conserva un espacio privilegiado en la memoria emocional de la gente, uno podría peinar su vida con las canciones que le acompañaron. Quizá su brevedad, contundencia y poder de evocación, sean la mejor pista de por dónde podría ir la expresión artística en los tiempos futuros, ahora que aún andamos demasiado concentrados en el suceso tecnológico, siempre anecdótico.

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