Cancún
De entre todos los viajes del verano, me quedo con el de Aznar a Melilla. Corto pero intenso. En mitad de un conflicto fronterizo, la presencia del ex presidente, a título personal, fue maravillosamente gráfica. Los ex presidentes reclaman actuar a título personal como las chicas guapas insisten en que no se les valore solo por el físico. Pero nosotros somos muy simples y la belleza nos ciega tanto como a un ex mandatario le ciega el pasado. Aznar podría haber elegido visitar Bagdad, pero seguro que el vuelo, a título personal, le salía más caro. Frente a los dos minutos de charleta que duró la conversación del ex presidente con un guardia civil fronterizo en Melilla, todas nuestras vacaciones y viajes resultaron inútiles, interesados, egoistones y antipatriotas. Cualquiera de los cientos de miles de españoles que en esas horas se estaba refocilando en el veraneo debió sentir una punzada de vergüenza. Unos sacrificándose por la patria y el territorio nacional y otros entregados a la molicie. Siempre habrá clases.
Pero el viaje más rentable es el que organizó un gran estudio de Hollywood para llevarse a Cancún a numerosos periodistas dedicados al mundo del espectáculo. Reporteros de todo el mundo aceptaron pasar unos días en la playa mexicana a cambio cubrir la promoción de las nuevas películas en disparadero de salida y entrevistar a las estrellas. La más exprimida de los encuentros fue Angelina Jolie. Muchos de ustedes no habrán visto su última película quizá, pero todos han gozado de su presencia mediática, sus portadas, sus fotos, tanta publicidad blanca. Gracias a las entrevistas a estas alturas ya lo saben todo de su vida doméstica y tienen claro que si un día va a tomar café a su casa Angelina, lo mejor será esconder a los niños, porque a la primera de cambio va y los adopta. La prensa acepta feliz el viaje a Cancún, que luego compensa con entrega, dando trato preferente a esos productos sea cual sea su calidad. Lástima que los hermanos Dardenne, por ejemplo, no hayan podido pagarle el viaje a nadie a las Bahamas. Así nos habríamos enterado del estreno de su interesante película El silencio de Lorna. De los viajes ya solo importa el jugo que se les saque.
