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Columna
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Dirigido por

David Trueba

Billy Wilder sostenía que para ser director de cine no era indispensable saber escribir guiones, bastaba con saber leerlos. Descargaba así su vitriolo contra algún director poco respetuoso con sus textos cuando era un escritor a sueldo. En la televisión norteamericana, la figura del guionista, en cambio, suele ser preponderante, hasta el punto de definir la identidad del producto con mucha más autoridad que el director. Sin embargo, sería un error igual de estúpido pensar que la tarea del director es insustancial.

En el desembarco de Boardwalk Empire se ha publicitado la participación de Martin Scorsese muy por encima de la de los otros dos productores, Terrence Winter y Tim van Patten. Sin embargo, el primero, el guionista que más capítulos escribió de Los Soprano, ha participado directamente en el guión de cada episodio, y el segundo ha dirigido cuatro entregas de la primera temporada. Scorsese solo dirigió el piloto, cuyo presupuesto de más de 18 millones de dólares no evitó un cierto aire acartonado, con personajes que no trascendían la sobredecoración. Estupendos hallazgos musicales y de montaje sostenían las enormes expectativas a la espera de que la puesta en escena pierda esquematismo y gane emoción.

Sucede algo similar en la trilogía The Red Riding, cuya última entrega pasa mañana Canal +. Parte de cuatro novelas de David Peace, autor también de The Damn United, sobre un asesino en serie de Yorkshire a principios de los ochenta. El tercer capítulo no tiene la misma potencia de visualización que los dos primeros, verdaderas joyas, ejemplos de la alta calidad de la ficción británica. Pese a que Tony Grisoni, guionista habitual de Terry Gilliam, es el adaptador de la serie completa, los dos primeros episodios, maravillosamente ambientados en 1974 y 1980, estaban dirigidos con estilo y pulso, no tanto el tercero, más enfático pero menos atmosférico. El primero lo dirigió Julian Jarrold, consumado realizador de la televisión británica. El segundo, James Marsh, director de películas como Wisconsin Dead Trip o el documental premiado con un Oscar Manon Wire. Ese desnivel entre los episodios de Red Riding es una buena ilustración del valor del letrero Dirigido por.

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