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Columna
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Discutir

David Trueba

Te lo dice mucha gente cuando escribes en un periódico: "Ya no lo leo, es que hay cosas con las que no estoy de acuerdo". No soportan discutir con su propio periódico. No quieren una opinión contraria a la suya. Es un problema creciente para los medios: los clientes quieren fidelidad de trinchera. Ya bastante discuto con mi pareja o mi jefe, para encima pelearme con mi periódico o mi emisora, parecen decirse. Es infantil esa relación casi marital que establecemos con el periódico. La disparidad de opiniones enriquece, lo sabemos, pero cuando topamos con algo que nos resulta inapropiado en nuestro periódico es como que un extraño se instalara en calzoncillos en nuestro sofá del salón.

Hace unos días este periódico ofreció un despliegue de tres fotos de Casillas y Sara Carbonero. Era de agradecer que el texto insistiera en que la pareja paseaba su amor por la preciosa San Francisco como dos turistas anónimos. Lo consecuente habría sido respetar ese anonimato y permitir que los muchachos se besaran alegres sin terminar comprando en el mercado esas fotos de carantoñas. Reconozcamos que conceder espacio a estos detalles o dedicarle una página entera a los friquis del Tourmalet nos desubica a todos un poco, por más que sea verano y leer el periódico en bañador rebaje nuestras neuronas. En lo que concierne al Tour, el texto también sostenía que lo ideal era frenar a estos disparatados exhibicionistas, ejemplificados en aquellos tres plastas con el triquini de Borat. Pero claro, la mejor manera de frenarlos habría sido ignorarlos y no publicar su foto, que es lo único que persiguen.

Vivimos un entorno viciado. Cuando alguien relevante enferma de cáncer, te cuenta que su preocupación consiste en esquivar a los paparazzi que pugnan por hacerse con la primera foto de su cabeza calva o de la entrada al hospital para traficar con ellas en el mercado de la venta de fotos novedosas. No me gusta esa información allá donde salga, pero me gusta aún menos si el entorno en que aparece la dignifica, la posiciona como noticia relevante, la eleva a la categoría de interesante. Dan ganas de gritar: "No en mi periódico". Luego, descubres que el periódico no es tuyo.

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