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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Euroqué?

David Trueba

Zapatero reunió hace días a tres supersabios europeos para pedirles una mirada constructiva sobre el continente. González, Delors y Pedro Solbes lanzaron una idea sugerente: "Necesitamos más Europa". Días después, Jorge Semprún, que es un testigo excepcional de la Europa del siglo XX y autor de La escritura o la vida, libro asombroso, sostenía en una entrevista con Juan Cruz que Europa está a medio cocer, que falta convencimiento. Van Rompuy, que tiene nombre de defensa central leñero, visitó España para inaugurar su cargo de director de colegio de esa Europa que quiere entrar en la ESO, pero con varias asignaturas suspendidas aún de la Primaria. Y entonces miré la tele y pensé: ¿Qué hay de Europa en nuestras pantallas?

Y el resultado fue demoledor. Europa no existe en nuestra tele. Ya podemos vivir bajo la excepcionalidad de que dos empresas italianas sean dueñas de nuestros canales privados, que eso no significa ni más Europa ni tan siquiera más Italia. Europa no aparece en nuestra pantalla salvo si en la Liga de Campeones a algún equipo español le toca jugar en Lyón o en Múnich y sólo para retratar a aficionados con bombo en cualquier plaza mientras aguardan la hora del partido. Reviso la página de series y me encuentro con producciones norteamericanas o locales, pero la presencia europea es testimonial. Suceden fenómenos paranormales como que se prefiera emitir la versión norteamericana de The office en lugar del original inglés, no vaya a ser que a algún espectador le dé una lipotimia por enfrentarse a un paisaje tan desconocido como Londres.

Europa existe en las declaraciones políticas del telediario, en alguna trastada de comisario de Bruselas a agricultores españoles o en esas cumbres en sitios tan forzados a ser lejanos como Lisboa, Copenhague, Oslo o Estrasburgo. Pero nuestro imaginario carece de estímulos unitarios. Aquí no llegan ni Los Mann, ni Wallander, ni las buenas miniseries francesas, ni las adaptaciones ejemplares de la BBC. Europa, en la televisión española, es algo tan inhóspito como Zimbawe o Sumatra, pero sin el exotismo.

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