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Columna
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Frío

David Trueba

Los medios de comunicación y el verano a veces componen una pareja forzada y ridícula. Como un notario en bermudas. El programa Tonterías las justas, ahora en mudanza hacia Antena 3, nació un verano y se quedó toda la temporada, porque encontró una clave bien perturbadora: en la televisión española ahora el verano dura todo el año. El mayor defecto del programa era su título, porque además de las justas, había muchas tontería más, pero el momento en el que los presentadores se golpeaban unos a otros con churritos de piscina ya es la más precisa visualización de nuestra nueva forma de hacer tele.

Ahora que las páginas de cotilleo y el adjetivo refrescante saturarán sus retinas, ahora que pronto agosto se expandirá sobre los medios como la crema bronceadora, ahora que la información y esa otra cosa autodenominada diversión formarán un gazpacho tremendo, refugiarse en el frío puede ser la solución. El canal AXN ha tenido la maravillosa idea, desde ayer noche, de traer a España la serie danesa The killing. Puede que la temporada baja permita un guiño a la calidad europea, aunque tenga ya un par de años de antigüedad. En temporada alta ya llegará, y verán ustedes con qué fanfarria, el remake norteamericano. Pero si buscan refugio urgente, la serie les propone 20 horas apasionantes donde se desarrollan 20 días de investigación.

La muerte de la joven Nanna Birk Larsen no desencadena la excéntrica magia que el cadáver de Laura Palmer provocaba en Twin Peaks. Aquí todo es realista, seco, los personajes indagan, patinan, se enfrentan a las ramificaciones del crimen y descubren que la culpa es una mancha de aceite que, a raíz de cualquier muerte, tiñe la vida de todos los relacionados. The killing retrata una sociedad perfecta que se despierta en un mal sueño. Hay políticos, policías, padres, empleados, profesores e internautas. Puede que anticipe ese malestar tan europeo, ese resultado de descubrir que todos estábamos más desnudos de lo que nos creíamos y sin emperador. Puede que solo sea un policial en Copenhague, pero sus ratos de frío y estupenda televisión nos abrigarán en este verano que se prevé tan inhóspito para la calidad mediática.

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