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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Hechos

David Trueba

La miniserie sobre los atentados del 11-M en Madrid, emitida en Telecinco, anunciaba desde el título sus intenciones de regirse por un guión estricto. Los hechos probados consagran la tarea del juez Gómez Bermúdez por acotar, razonar y fijar una versión oficial sobre los atentados. Cataratas de especulaciones, manejos y fabulaciones sobre los hechos alimentaron la pelea cainita, esa donde nada puede analizarse bajo una perspectiva reposada y certera. La triste realidad de ver divididas a las asociaciones de víctimas de una manera radical, no termina de convencernos de que algo estamos haciendo muy mal como país, sino que sirve para alimentar el fuego, más madera.

En esas condiciones, la miniserie crecía en un sembrado de anomalías, incluida una rara prudencia extrema hasta en los títulos de crédito. La serie, respetuosa y apegada al género, bien trenzada y sintética, se topaba con escollos invencibles. El más evidente es que para nuestra imaginería, aún es imposible presentar con naturalidad los ambientes físicos y mentales del integrismo islámico. No existe otra referencia audiovisual que la película norteamericana de terroristas fanáticos. Puede que sean así, pero la ficción necesita encontrar el camino por el que los espectadores asuman estos personajes tan contemporáneos como algo más que el nuevo malo genérico.

Dada la brutal campaña mediática que se desató en España durante los años posteriores, el minero Trashorras acabó obteniendo un protagonismo en los crímenes que ni él mismo habría soñado. Villano y colaborador necesario, imprudente absurdo, cada uno podrá colocarlo donde más le beneficie, pero en la serie que comentamos, como en la actualidad mochilera y los titulares más inflamados, es el personaje más nuestro, más curioso y mejor retratado.

El actor Zoe Berriatúa se zampa la miniserie porque su personaje es una especie de zombi aturullado, con una empanada mental considerable donde dinero fácil y trapicheo cutre desbancan a la maldad absoluta como reina del baile. Su composición rezuma vida entre esqueletos sacados del auto judicial y es precisamente su viveza y su pillería la que sirvió para que España escribiera en letras de imprenta uno de los episodios más penosos de su peripecia periodística. Pero todo eso sucedió donde terminan los dos episodios. A quien se adentre ahí le espera la hoguera eterna.

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