Identidad
Yo creía que el asunto de las identidades nacionales había quedado ya resuelto hace meses, en un profundo debate televisado. Seguro que lo recuerdan. Fue en Telecinco. Karmele Marchante no perdió tiempo con las teorías de Adorno sobre nacionalismo y narcisismo y enunció su tesis: "Seis millones de catalanes quieren una selección catalana". (Por precisar, se refería al fútbol, no a la eugenesia y esas cosas). Belén Esteban se situó en el plano de los símbolos: "Eres española, toma bandera", proclamó, enarbolando la rojigualda, que, a falta de una sagrada tradición milenaria, es muy práctica para navegar: Carlos III la eligió entre varios modelos y diseños porque sus colores se veían muy bien en la cima de los mástiles. Con la bandera sobre la mesa, llegó la frase definitiva de Esteban: "Los seis millones sois unos burros". Así es, más o menos, como acaban todos los debates sobre el nacionalismo y la identidad nacional: el otro siempre es burro.
A Nicolas Sarkozy, sin embargo, le apetece profundizar un poco más en la materia. Ayer lanzó un debate (nacional, evidentemente) sobre la identidad nacional de Francia. Todos los franceses podrán opinar durante varios meses, hasta febrero. Los malpensados opinan que el único objetivo de Sarkozy consiste en arrebatarle el argumento de la patria a la extrema derecha, ante las próximas elecciones. Otros, con mejor voluntad, dicen que se trata de averiguar qué valores son representados hoy día por La Marsellesa y la bandera tricolor. Como cualquier debate sobre esta materia, no debería tener otro resultado práctico que un poco de inflamación social y un informe-resumen.
Sería muy hermoso, en cualquier caso, que los franceses se lo tomaran con humor. Que proclamaran, como un solo hombre, que la identidad francesa consiste en bailar la samba, hablar el arameo, practicar el taoísmo y envidiar a los checos. Valdría la pena, sólo por ver qué haría Sarkozy con todo eso.