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Cosa de dos
Columna
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Insuficiencia

Enric González

Dicen que Orson Welles podía encerrarse una noche en la oficina con una máquina de escribir, una botella de brandy y una caja de puros y salir por la mañana con un guión magnífico bajo el brazo. Puede ser, porque era Orson Welles. Y, pese a serlo, necesitó el talento de Mankiewicz, el orden de Houseman y un montón de notas, cambios y meses para tener un guión provisional de Ciudadano Kane.

Muchos argumentos decentes han salido de una borrachera inspirada. Un buen guión, en cambio, conlleva sudor, fastidio, rectificaciones, desánimo y, la mayoría de las veces, un complejo trabajo en equipo. Un guionista asume el papel de Dios: decidir qué ocurre, quién gana y quién pierde, quién vive y quién muere. La tarea es tremenda.

Gran parte de la producción audiovisual española padece de insuficiencia guionística, un mal devastador que devora desde dentro el conjunto de la obra. Tampoco hace falta tener guiones firmados por Valle-Inclán, que hacía brillantes incluso las indicaciones (un ejemplo de Luces de bohemia: en lugar de escribir "suena el teléfono en la oficina", escribe "el grillo del teléfono se orina sobre el regazo burocrático"); basta un texto útil. Comparen los diálogos de Doctor en Alaska con los de Doctor Mateo y nos entenderemos.

La insuficiencia guionística se hace evidente en la versión española de Saturday night live, que Cuatro (Grupo PRISA, como EL PAÍS) emite los jueves por la noche. Pensé que tras el primer programa, el equipo se rodaría y tomaría una línea ascendente. Ha ocurrido lo contrario. Pese a contar con los guiones originales del programa neoyorquino, tramos "propios" como la introducción y las noticias van adoptando un tono grueso, con más bufido que inteligencia, habitual en cualquiera de las pantallas españolas.

Los guionistas suelen quejarse de sus condiciones de trabajo: poco dinero, poco tiempo, poco respeto por lo que hacen. Como la insuficiencia guionística es un mal extendido, deduzco que el problema procede de la industria. No es un fenómeno raro: también algunas empresas están haciendo lo posible para fabricar periódicos sin periodistas.

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