_
_
_
_
_
A la parrilla
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'Interruptus'

¿Qué hacía el ministro de Industria en un programa de humor incomprensible como El hormiguero (Cuatro)? Pablo Motos lo explicó con buena voluntad: "Joan Clos ha venido a divertirse". El programa tiene vocación de recreo en el patio del colegio y los chavales del público recibieron al ministro -aplausos, gritos- como si fuera un cantante de rock. La estética de videojuego, los guiños tópicos -"Elige, ministro, una de estas camisetas: del Madrid o del PP"-, la pretendida modernidad tecnológica -"En 2010 habrá llamadas de móvil baratas con publicidad", dijo Clos, contento de aportar algo-, el discurso político / absurdo de los muñecos Trancas y Barrancas, el extraordinario perrito mecánico montador de Windows... nada hizo sonreír al ministro: ¿sabía que le miraban un millón seiscientos mil espectadores? Le vieron ponerse una bata de científico para admirar lo obvio: que el agua, el aceite y el alcohol no se mezclan. ¡Bravo por el ministro, que aguantó así más de 20 minutos! Qué cosas hay que hacer en campaña electoral.

El día había comenzado con una guasa imposible de digerir por la televisión: Fidel Castro lo deja, pero no ha muerto. Genio y figura. Difícil, pues, dedicarle programas especiales: bastaron los telediarios y comentarios banales y enfáticos sobre una noticia que no acaba de serlo. Claramente un coitus interruptus, que cayó en un buen día: había fútbol. La Champions, Roma-Madrid, reunió a siete millones de espectadores.

Donde está el fútbol todo lo demás desaparece, hasta El debate -Rajoy-Zapatero-, que mantuvo ocupadas a las cadenas de los doscientos mil detalles que marcan el territorio donde los candidatos batallarán para no ser robots. Todo está milimétricamente apuntalado para que diez millones de españoles que miran la televisión a esa hora se enganchen al bipartidismo. Antena 3 y Tele 5 contraprogramarán, no para favorecer el pluralismo, desde luego: puro negocio. Vaya día.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_