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Columna
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Larga historia

La muerte de periodistas delata la certeza de una guerra. En Libia, ya una guerra civil con participación internacional, Gadafi se aferra al poder, al contrario de otros líderes de la zona que sucumbieron a las protestas de su población. En Misrata, un grupo de periodistas recibió el ataque cuando acompañaba a los rebeldes en la toma de un edificio donde se parapetaban francotiradores fieles al Ejército libio. Dos de ellos murieron, ambos de 41 años.

Chris Hondros había nacido en Nueva York y trabajado en algunos de los conflictos bélicos más recientes, desde Kosovo hasta Afganistán. Tim Hetherington, nacido en Liverpool, había logrado notoriedad internacional tras recibir el World Press Photo en 2007 por su trabajo incrustado en las tropas norteamericanas en Irak, que luego desembocó en el documental firmado junto a Sebastian Junger y titulado Restrepo. Ese retrato de la soledad, aislamiento en el frente de batalla, llegó a estar nominado al Oscar, sin dejar de ser un ejercicio abstracto sobre la guerra contemporánea y su extraña falta de contexto para los soldados de fuerzas desplazadas en el extranjero. Años antes Hetherington publicó un libro sobresaliente sobre el conflicto de Liberia. El presidente Charles Taylor terminó sentado por crímenes contra la humanidad en el Tribunal Internacional de La Haya, pero la máxima relevancia a nivel internacional tuvo que ver con fiestas para VIP y modelos premiadas con diamantes, ejemplo de esa impunidad con que los dictadores se montan saraos con estrellas dignas de un cartel que en España no se puede permitir ni el saneado Ayuntamiento de La Muela.

Eduard Punset, Antonio Escohotado y Victoria Camps, entre los invitados

Titulado A long story bit by bit, Hetherington retrata de una manera espectacular la desolación de un país arrasado en el que continúa la vida, como si tal cosa. Recuerdo la foto de un joven avanzando en una balsa con una vela precaria que pasa delante de un viejo barco oxidado y a medio hundir en el agua. Una foto tan expresiva como simbólica de la imposibilidad de progreso en muchos rincones del planeta.

Entre tanto, el fotógrafo español Manu Brabo sigue retenido por las fuerzas leales a Gadafi y las negociaciones se llevan con la discreción necesaria. Pero el conflicto crece y seguirá martilleándonos con penosas noticias.

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