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Columna
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Lucha de clases

David Trueba

Si la debacle económica es para tanto, no se entiende que Rajoy votara en contra de los ajustes, sonaba un poco a Fraga con su abstención cuando la OTAN. Ese voto contra natura deja una sensación de vacío en torno a los líderes. En situaciones delicadas es donde los políticos han de mover las caderas como un bailarín. El vencedor del debate parlamentario resultó ser Duran Lleida, con su abstención estadista, aliñada en su mitin de domingo ante los fieles afirmando que Zapatero es un cadáver político. Expresión desaconsejable, porque la política está llena de zombies, nombre oficial de los muertos vivientes, con los que a menudo terminas pactando vete tú a saber qué. El olor a muerto de unos y las ganas de matar de otros nos deja solos frente a la tele, que tan pronto nos da una pasada de hiperrealismo trágico como otra de fantasía edulcorada. Tras esta ducha de agua a dos temperaturas o te quedas como estabas o te apuntas al colapso general.

La Sexta, cadena que aspira a la impertinencia, que salvo en la fórmula 1 ejerce de cadena anticadenas, que no tiene tanta cintura como Duran Lleida, pero donde falta ingenio siempre pone a un pibón resolutivo, nos regala Mujeres ricas, recorrido con aires de telerrealidad por la silicona mental de mujeres de pasta y su entorno. Peluqueros, tasadores, dramas con mascotas, disfunciones estéticas, audacias pijas, son el caldo de esta sopa para pobres que devoramos atónitos. Antes muertas que sencillas, las protagonistas de esta fauna saben decir con naturalidad cosas como "oy, por favor", "yo es que alucino", "estoy atacada" y "esto no lo pongas, eh".

Los elaboradores del programa nublan la realidad con música de fondo amable y tienen ojo de antropólogo para las joyitas y los destellos de friquismo, que complacerán a espectadores con mala leche. Esos que se sientan a ver el programa como los antílopes mirarían un programa sobre la caza del león; para echar unas risas antes de ser devorados. Porque, eso no cambia, el pez grande no deja nunca de comerse al chico, por más que la tele permita a veces que un pobre se ría de un rico. Lucha de clases baja en calorías.

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