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Columna
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Mudarse

David Trueba

Cambiar de cadena es como cambiar de casa. A veces el niño que es muy salado y hace reír a la familia no funciona tanto cuando es exhibido en casa ajena. Este peligro acecha a la mudanza de El hormiguero a Antena 3. El programa de Pablo Motos había logrado en Cuatro lo imposible, comerse la cadena entera, otorgarle un perfil y una armonía desde el liderazgo de audiencia y la postura estética. Pese a llamarse El hormiguero 3.0 en honor a la cadena y ser jaleado en cada uno de los espacios que comparten emisora, ahora tendrá que afianzarse entre unos espectadores algo más clásicos.

En la segunda emisión, con el actor Hugo Silva de invitado, se evidenciaron fantasmas que acechan al programa. Tras un vídeo divertido sobre la señora que baja el micro a los tertulianos de 59 segundos, llegó la sobre-hormonación de secciones, colaboradores y atracciones. Todas ellas en la estela blanca y gamberra que Motos defiende desde la radio, donde la cita es más juego que conversación. La sección de Mario Vaquerizo, que persigue sus reacciones desinhibidas y supernaturales, establece una presión reductora más sobre el invitado, que presencia mudo cómo un colaborador termina por ser otro invitado, pero además fijo y familiarizado.

También se abre un espacio para la autoayuda, de la mano de doctores que dicen frases vacías como "tenemos que creer más en nosotros mismos" y "la crisis no trae solo carencias, sino también oportunidades". Son latiguillos de esta crisis y ya suenan como cuando alguien dice en los entierros que a todos nos llega la hora. Hacer salir en el plató a un jaguar, darle de comer pollo crudo y dejar que lamiera los bajos a un par de espectadores no produjo tanto temor como comprensión por el animal, que solo quería volverse a casa y que aquello se limitara, como ha de ser, a un programa de entretenimiento entre humanos. Pero la despedida a Hugo Silva tuvo algo de escalofriante: "Ha sido un placer hablar contigo". Hablar, lo que se dice hablar, queda muy reducido en la hiperactividad y puede que eso perturbe a la clientela de Antena 3, más pausada con el mando y acostumbrada al humor prudente y bienintencionado de los tanatorios.

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