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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Observar

David Trueba

Anoche arrancó la séptima temporada de House con perspectivas inmejorables. House con corazón, así se anuncia. Después de la tórrida escena entre House y Cuddy, final de la temporada anterior, llega el momento de apreciar cómo los guionistas gestionan la tensión sexual ya resuelta. Nos tentaron dos temporadas atrás, con lo que resultó ser una fantasía del doctor, pero ahora llega la realidad. ¿Cuánto tardará en torcerse?, se preguntan los escépticos que saben que la clave de la serie es la fidelidad a una norma de comportamiento. Sin embargo, el gran defecto de House era precisamente la repetición de una misma plantilla, los capítulos siempre brillantes y llenos de proteína inteligente, repiten con apabullante descaro una idéntica formulación narrativa. Si el amor agita la previsibilidad, tendremos una temporada de ensueño.

En su estupendo artículo de ayer, Javier Sampedro remitía a los paralelismos entre House y Holmes, personaje fundamental del método deductivo en la novela de intriga. No en vano Conan Doyle fue un oftalmólogo de Edimburgo que dejó su consulta poco frecuentada de Wimpole Street gracias al éxito de su Sherlock. Todo esto fue hace 120 años, pero aún, cuando visitas la Universidad de Edimburgo el guía recuerda que Conan Doyle solía decir que un doctor y un escritor han de compartir una importante virtud: la capacidad de observación.

A la credibilidad de Hugh Laurie ayudan sus estudios en Oxford y la carrera de novelista. Compras el brillo de inteligencia tras sus ojos claros. No tardaría ni cinco minutos en señalar el origen del brote de legionela en el centro de Madrid. Es la superioridad de la ficción sobre la realidad, no deja nunca agujeros sin cerrar. A veces, el disfrute de los servicios públicos de salud se ha convertido en un privilegio al que estamos tan habituados que dejamos de valorar. Permitimos que la campaña antifuncionarios nos ciegue la mirada. A la ficción neoliberal, la que deja a más de 50 millones de norteamericanos sin cobertura sanitaria mientras el país presume de imperio, no está mal sacudirla con una dosis de realidad, como han hecho los servicios de salud andaluces, que regalan a sus pacientes una nota informativa con el coste real del tratamiento que han recibido gratis. Una invitación a observar.

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