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Columna
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Rompe el barómetro

David Trueba

Es curioso que los grandes medios de comunicación hayan ignorado la última encuesta del CIS sobre los hábitos y opiniones de los españoles sobre la televisión. Es como si se hubieran puesto a silbar mirando para otro lado. Esos medios no permiten que los políticos escapen a los designios del CIS y se los restriegan por la cara, especialmente si son humillantes. El baró-metro de mayo del CIS ha reflejado unos resultados sonrojantes: 70 de cada 100 encuestados consideran que la tele tiene poca o ninguna calidad. Los mismos medios que han pasado de puntillas sobre estos resultados, nos recuerdan a diario los datos de audiencia que se cocinan de manera mucho menos científica, quizá porque en ellos no se valora la calidad del medio en general ni se pregunta al consumidor por su grado de satisfacción, solo se trata de obtener un resultado numérico, por turbio que sea, con el que negociar con los publicitarios.

Más de la mitad de los encuestados afirman que hay demasiada telebasura, otro 15% considera que los contenidos son malos y más de un 11% que es repetitiva y poco variada. Y por supuesto, hay un 2,1% de españoles que opina que la televisión es de gran calidad; es decir, menos gente de la que cree que Elvis Presley aún vive y que Tom Cruise es extraterrestre.

Lo más llamativo es que la gente prefiere TVE, con 10 puntos de distancia sobre la primera privada. Y lo hace porque considera a la pública nacional más imparcial y más formativa. El mérito, superados los tiempos de Urdaci, habrá que achacarlo a los servicios informativos y a una menor injerencia manipuladora desde el poder. Qué lejos de la experiencia de algunas televisiones autonómicas humilladas por el uso que de ellas hacen los gobiernos locales. Para el consumidor sigue siendo fundamental la oferta pública, en gran medida por la dejación de las privadas, más interesadas en explorar solo las posibilidades recaudatorias del medio. Con una encuesta tan demoledora andaríamos exigiendo dimisiones a los políticos. En cambio, a las concesiones televisivas no nos dejan exigirles nada. Como mucho nos regalan un martillo para romper el barómetro.

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