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Columna
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Saber ocupa lugar

Fernando Cerezo se dedica a ir a concursos de la tele. Lleva casi 20 años en ello. Comenzó en El precio justo y el último se llama Trivial Pursuit, en total una treintena. Si el extinto Abraham Méndez se dedicaba a escribir cartas a los periódicos (récord Guinness), Cerezo no va a los concursos de clac, participa. Ha escrito Jugando en televisión, libro que se descarga de su blog Los concursos de la tele, de donde entresaco los datos.

Los concursos suelen ser una salida barata, digna y resultona para horarios que no son de máxima audiencia. La frontera es el informativo de la noche. Hasta hoy. Atrapa un millón, conducido por Carlos Sobera, desbanca el viernes a la casquería de DEC. Y Ahora caigo, con Arturo Valls, en vista del éxito se hizo diario. Todo en Antena 3, que trata de superar al Pasapalabra de Telecinco.

Los concursos de listillos se han ido adaptando al show. Primero solo había que saber, después también había que ser un tío animado. "Que tengan bastante simpatía y sepan desenvolverse ante las cámaras. Además, las parejas deberán demostrar una cierta complicidad", escribe Cerezo sobre los aspirantes al casting de Atrapa un millón. En el caso de Ahora caigo se aporta un tercer elemento, que el perdedor sufra alguna maldad, que se le abre el suelo a sus pies; pese a lo previsible y repetitivo, sigue haciendo gracia. Que se despeñara el expulsado lo estrenó Telecinco en Las joyas de la corona, pero dejó escapar el filón.

Cierto que el éxito no se debe a la sabiduría de los concursantes, sino a Valls, en su papel de coleguilla gamberrete en Ahora caigo, y a Sobera en Atrapa un millón que, con más tablas, sabe ralentizar las preguntas si los concursantes dan cuartelillo. Con ambos, el espectador pasa un rato agradable. Estos éxitos se suman a los de Saber y ganar y otros concursos. Nunca el saber había ocupado tanto lugar en televisión.

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