San Google

A Google le llueven los problemas. Su reformulación del conocimiento le ganaba la admiración de todos, pero la transformación de sus avances en pura hegemonía le obligan a menear la cintura. Primero ha sido frenada la tentación de digitalizar libros sobre los que no posee licencia. Y Microsoft, que ya sufrió judicialmente los recortes a sus prácticas de monopolio, se ha sumado a las denuncias que ponen en duda la supuesta neutralidad de Google en su algoritmo de búsquedas. Será la UE quien tenga que dictar doctrina. El buscador reina sobre más del 95% del mercado europeo y muy a menudo el éxito, y más en Internet, provoca situaciones de abuso que las autoridades tienen que estudiar por si conviene una tardía y escalonada desamortización. Está claro que ahora el campo de cultivo es otro, pero los vicios siguen siendo los de siempre.
Microsoft denuncia que Google, tras adquirir YouTube, restringió el acceso a la competencia de vídeos y desvió internautas hacia su jardín de imágenes. También que Google favoreció al sistema operativo para móviles Android del que es propietario sobre cualquier otro. Al final del hilo lo único que encontraremos son multas y correcciones leves a una hegemonía que ayer, con la entrevista internáutica a Zapatero, dio otra muestra de poderío. El reto consiste en no permitir que la libertad se jibarice. Un jurado de Tejas le ha impuesto una multa de cinco millones de dólares por un contencioso sobre patentes y varios gobiernos, en plena crisis, se incomodan ahora porque Google pague sus impuestos en la hospitalaria Irlanda.
Desde que el posicionamiento en Google empezó a estar contaminado por las inversiones publicitarias, el peligro de que el buscador convierta sus listas en un sistema tipo 40 Principales, da miedo. También su programa Street View, para evitar nuevas denuncias, ya borra prostitutas y clientes en sus recorridos detallados, retocando la realidad a demanda. Pronto afrontará su responsabilidad en la expansión de la piratería; es raro conceder la misma prevalencia a páginas de descarga ilegal que a otro negocio honesto. Es como si uno pudiera, en las Páginas Amarillas, buscar en la A asesinos a sueldo y en la B blanqueadores de capitales, oficios muy demandados.
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