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Columna
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Sol

Lástima que el caso del espionaje dentro del PP madrileño haya pillado sin ganas a los protagonistas. Garantizaba un culebrón lleno de intrigas. La sofisticación no rozaba ni de lejos la de una serie como The Wire, que toma nombre del noble arte de la escucha. Entre los cargos conservadores no había más que seguimientos a boli, desganados, deshilachados y sin otra misión que la de tener controlado al personal cuando aún Rajoy no estaba seguro de conservar la tumbona de líder de la oposición y entre Esperanza Aguirre y el alcalde Gallardón había un océano de desconfianza. Al final, en política, las encuestas favorables apagan todos los fuegos. Es hora de enderezar la vela y no toca que entre los marineros se perpetúen las rencillas. Habrá para todos si somos buenos y nos estamos calladitos, el poder regará con su generosidad la huerta de cada uno.

Pero si los seguimientos eran en entrehoras y sin ahínco, el proceso judicial no da más que para un episodio chusco de una serie sin pretensiones. Los guionistas pintan siempre interrogadores mordaces. La realidad en este caso era una conversación de bareto, que hubiera sido más acorde mantenerla frente a unas cañitas y un pincho a que en sede judicial. En tiempos de Suárez, al ambiente político madrileño se le denominaba la cloaca. Porque Madrid es un centro de gravedad permanente, charca turbia. Rajoy llamó a Gallardón para que Cobo retirara el recurso y que en lugar de insistir en que era espiado, se acomodara a la versión de que el partido le puso guardaespaldas sin decírselo. Los partidos tienen estas cosas. Tragas tanto para llegar al poder, que cuando llegas, tu esófago parece una red de alcantarillado. No sé si los socialistas llegarán a poner una red de espías sobre Tomás Gómez, con sus bolis y sus sueldos desviados del erario público. Por ahora tientan la dureza de sus espinilleras. En el partido de enfrente han apagado el fuego, porque ya sienten el acogedor calor del poder. El pastel ya está cerca y todos cantan afinados que son unos muchachos excelentes. El poder es el único sol de la política. Lo demás es frío, intemperie. Madrid es la playa. Madrid es Siberia.

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