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Crítica:'SORPRESA, ¡SORPRESA!', EN ANTENA 3
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sopor, sopor

Más de tres horas es lo que dura Sorpresa, ¡sorpresa!, que el pasado viernes volvió a la programación de Antena 3 Televisión. Más de tres horas es lo que duraba la película Titanic, de James Cameron, que tanto éxito tuvo el año pasado y cuyo tema central, My heart will go on, interpretado por Celine Dion, se convirtió en la pesadilla del radioyente desprevenido.Tal vez por eso, por esa afición insana a narrar en tres horas lo que se puede explicar en una y media, Sorpresa, ¡sorpresa! eligió para su regreso una especie de viaje a un supuesto parque temático consagrado a la película de James Cameron. La única diferencia entre ambos productos estribaba en que viendo el programa Sorpresa, ¡sorpresa! el único que se hundía era el espectador en su sillón de puro aburrimiento.

No sería justo achacar el tedio a Concha Velasco, que sustituye a Isabel Gemio en las labores de presentadora. Aunque los guionistas le podrían haber ahorrado esa actitud de debutante en un medio hostil (la señora Velasco ha recorrido un largo camino desde que rodó Las chicas de la Cruz Roja y tiene tablas para aguantar lo que le echen), la actriz cumplió dignamente su cometido y supo, incluso, darle al programa un tono más pausado que el que le imprimía su predecesora, que siempre parecía estar a punto de sufrir un síncope en directo.

Concha Velasco, ayudada por el mago Pepe Carrol y el dúo humorístico Las Veneno, resistió heroicamente las tres horas de aburrimiento, hazaña no tan sencilla de realizar para aquellos que, a diferencia de la actriz, no cobran por ello.

Para el espectador medio o, en su defecto, para quien esto escribe, Sorpresa, ¡sorpresa! se hizo inacabable, y para colmo, el homenaje a Titanic, aunque se utilizara como excusa para satisfacer la pasión por la película de un tal Jorge, tenía un tono de publirreportaje disfrazado de espectáculo que resultaba bastante molesto. Es más, daba la impresión de que todo estaba concebido para elevar las ventas del vídeo de la película.

Líbreme Dios de insinuar algún tipo de chanchullo promocional entre la Fox y Antena 3, pero tanta baba vertida en torno al filme de James Cameron daba que pensar. Titanic se comió una hora de programa. El resto se centró en otros sueños que este cronista no tardó en reemplazar por los que se consiguen en posición horizontal.

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