'Zapping'
El zapping es la venganza del chinito cuando la máquina televisiva no da más de sí. La orgía de imágenes entretiene la resaca del doble debate —27 millones de españoles, dos noches, ante la tele— hasta la decisión sublime de apagar el chisme y descansar del adoctrinamiento a domicilio. El zapping ofrece experiencias a la carta que cada cual procesa a su manera. En el sopor del martes por la noche —Los Serrano, Los hombres de Paco y hasta House no dan más de sí— se buscan, en vano, motivos para poner la tele.
Los hay, incluso para hacerle un monumento: con debates como los vistos quizá nos ahorraríamos todo lo demás en las campañas electorales. Los telediarios y los tertulianos han tenido material de sobras para reiterar, una y otra vez, que España es como Estados Unidos. Un espejismo televisivo porque, aquí, aunque no lo parezca, no elegimos presidentes sino partidos. ¡Qué gran debate podría hacerse sobre la real pluralidad española con todos los cabezas de lista en juego! ¡Qué gran debate si los periodistas recuperaran la iniciativa en nombre de los ciudadanos! No haría falta, siquiera, recurrir a YouTube o MySpace para que la pluralidad se colara en la pantalla. Y Lorenzo Milá (TVE-1) no tendría que hacer, una tras otra en el telediario del martes, cinco entrevistas / zapping de compromiso —por la mala conciencia de la televisión pública— con los marginados por el bipartidismo. Parece claro que la gente tiene ganas de que la tele se reinvente y la política también: 27 millones de españoles no son poca cosa. Una feliz coincidencia que abre la imaginación: eso es lo que busca el zapping.
De Rouco Varela al Follonero, de Hillary a Llamazares, de Scarlett Johansson a Paquirrín, del Chiqui Chiki a Carla Bruni, de Peñafiel a Trichet por la ventana del zapping entra un mundo tan mestizo, hecho de mestizajes imposibles e ideas contradictorias, que eso sólo ya explica su fascinación.
