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Cosa de dos
Columna
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'Zeitgeist'

Enric González

Fíjense en los obispos italianos, convertidos en banqueros. La Iglesia católica de Italia ha decidido introducirse en el negocio del crédito a pequeña escala: con mil euros se salva a veces un pequeño comercio, una peluquería familiar o la microempresa de un autónomo. Y si los bancos no sueltan un duro, ahí está el cura para salvar la situación. Los préstamos religiosos acaban de salir al mercado, pero son ya la esperanza de miles de italianos y, sobre todo, de inmigrantes.

Es la otra cara de la religión. Puede captarse también en cualquier ciudad española, a poco que se observe con atención. Los voluntarios católicos y de otras confesiones realizan actualmente un trabajo tremendo, muy efectivo en el nivel más bajo, el de la realidad durísima, porque ahí no alcanza el brazo asistencial del Estado y de otras instituciones. No hay funcionarios que ronden los supermercados para pedir alimentos a punto de caducar (cada vez menos: el comercio también se aprieta el cinturón), ni funcionarios que cocinen para indigentes. Eso sólo lo hace gente que lo hace porque sí, porque quiere: voluntarios de ONG y, en gran medida, voluntarios religiosos.

No hace falta haber leído a Hegel para captar el zeitgeist, el espíritu de nuestro tiempo. El frío de la crisis es perceptible en casi todos los hogares. E influye en los gustos.

Doctor Mateo, la serie que Antena 3 emite los domingos (o los lunes, o cualquier otro día, según esté de ansioso el contraprogramador), constituye un sólido compendio de tópicos. La historia del médico prestigioso que decide instalar consulta en una aldea es sobradamente conocida. Los guionistas de Doctor Mateo se han esmerado para que los diálogos (antológico el de las mujeres que deciden apodar Verga al médico) resulten también familiares, por tópicos y previsibles. Y, sin embargo, tal vez con esos mimbres hayan fabricado un éxito. Doctor Mateo es una serie reconfortante en tiempos de crisis, como lo era (curiosa coincidencia) la serie italiana Don Mateo, protagonizada por un cura.

El zeitgeist pide cosas de este tipo. Sólo falta que los obispos españoles empiecen a dar créditos para acercarnos al nivel de la tercera potencia industrial europea, que, no lo olviden, es Italia.

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