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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El canto de cisne de Cary Grant

Página en blanco es una comedia realizada por Stanley Donen en 1961. No está a la altura de las grandes comedias de este director -Arabesco, Indiscreta, Dos en la carretera, Charada-, que se convirtió en un grande, imaginativo y riguroso comediante, cuando en Hollywood se cerraron, por envejecimiento de aquellos monstruos sagrados del baile y la canción que las abrieron, las puertas del género musical clásico, al que Donen proporcionó algunos de sus instantes más célebres: Un día en Nueva York, Cantando bajo la lluvia, Siete novias para siete hermanos.Pero si, considerada en sí misma, Página en blanco es una comedia agradable, algo artificiosa, demasiado deudora del teatro y de sólo relativa importancia en la obra de Donen, en cambio tiene interés como uno de los jalones de la culminación de la carrera de Cary Grant, un eminente actor de especie rara, por no decir única, que hizo su canto de cisne precisamente con Donen en este filme, un par de años antes en Indiscreta, y tres después, en 1964, en Charada, que cerró la admirable colaboración entre ambos cineastas.

Página en blanco se emite hoy a las 21

30 por la segunda cadena.

Cary Grant todavía interpretaría algunos filmes más, pero su carrera -una de las más ricas del cine- y su personalidad -verdaderamente muy compleja- se clausuraron con estos últimos trabajos con Donen.

La manera de actuar de Grant -fue un actor audodidacta, de personalidad al mismo tiempo sutil y rocosa, que no se adaptaba jamás al personaje, sino que adaptaba el personaje a sí mismo mediante enrevesados sistemas de posesión- exigía una lozanía en el gesto que excluía rotundamente la decadencia física. Es, en otra óptica, el mismo mecanismo que hizo retirarse del cine a Greta Garbo, en una decisión compulsiva, tras de verse a sí misma en la primera proyección de La mujer de las dos caras.

Eso es exactamente lo que ocurrió con Grant, y lo que este intuyó cuando decidió abandonar el cine en medio de una lluvia de ofertas de trabajo. Grant sostenía su método interpretativo, basado en una serie de inimitables contrastes irónicos entre la seriedad y el humor, ambos consustanciales a su personalidad natural, sobre una imagen de plenitud. Sin esta plenitud, psíquica y física, lo que Grant hacía y, sobre todo, cómo lo hacía, podría fácilmente convertirse en irrisorio. En la vejez, Garbo y Grant no hubieran sido -como los son o fueron Douglas, Fonda, Laurence Olivier, Burt Lancaster, Spencer Tracy o Laughton- una prolongación de sí mismos, sino una negación de sí mismos.

De ahí el interés de esta relativamente poco interesante comedia de Stanley Donen. Página en blanco es el segundo paso de los tres en que consistió el verdadero canto de cisne de este soberbio intérprete del cine clásico.

La peculiar manera de Grant de hacer la coniedia, desde Solo los ángeles tienen alas a Arsénico por compasión, y desde Me siento rejuvenecer a Charada, está en Página en Blanco por un milagro de vida. Después, se negó a ser un superviviente y una caricatura de sí mismo.

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