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Columna
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Las cosas rotas

Juan Cruz

De Pablo Neruda hay que escuchar la voz humilde, el eco de las cosas rotas. Leo su poema Oda a las cosas rotas mientras suena la voz herida de la televisión chilena que trae internet con la noticia urgente de los que buscan a los que no responden mientras la incertidumbre que ha creado el terremoto convierte en un agujero negro la esperanza de la gente. El poeta habla de otras cosas, claro, pero la poesía tiene el valor de subrayar la actualidad con el eco de lo que parece una crónica sentimental del pasado. "La vida va moliendo/ vidrios, gastando ropas,/ haciendo añicos,/ triturando/ formas".

Un hombre cuenta que una chica que estudiaba Geología en la zona infectada por el temblor tremendo ha muerto arrojada por la violencia de las olas. Las imágenes reflejan escuelas rotas, vidrios en el suelo, niños ateridos que miran a la cámara como si estuviera en ella el amparo que la naturaleza les ha arrebatado. "Se van rompiendo cosas/ en la casa/ como empujadas por un invisible/ quebrador voluntario". De pronto, en la tele en la voz del locutor se suena el eco helado de Haití; mientras, el poema sigue suministrando metáforas para ahora mismo. "Se quebró el plato, se cayó la lámpara,/ se derrumbaron todos los floreros/ uno por uno, aquél/ en pleno octubre/ colmado de escarlata,/ fatigado por todas las violetas,/ y otro vacío/ rodó, rodó, rodó/ por el invierno/ hasta ser sólo harina/ de florero,/ recuerdo roto, polvo luminoso". Los camioneros cuentan, en la tele, la desparovida impresión que quedó en sus ojos "cuando la autopista se movió como un papel". Algunos vienen del vacío para explicar cómo se vive allá, adentro del horror del que se salvaron, "porque Dios es grande".

El poeta vio la casualidad negra de la que viene el vacío. No hay razón par explicarlo, dicen los ciudadanos en la tele, y así quiso explicar el poeta la catástrofe: "que se derrumben nuestras posesiones/ en un solo alarmante quebradero,/ que suene como un río/ lo que se quiebra/ y que el mar reconstruya/ con su largo trabajo de mareas/ tantas cosas inútiles/ que nadie rompe pero se rompieron". Ahí, en la tele, un hombre está diciendo que creyó que ese iba a ser "mi último segundo en la tierra".

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