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A la parrilla
Columna
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El 'gordo'

Carlos Boyero

La única variación entre las imágenes sospechosamente clónicas que muestran en Navidad las televisiones, recordándonos que la lotería otorga siempre el paraíso terrenal a los pobres, es que en los últimos años resulta obligatorio que aparezcan inmigrantes felices, eufóricos y emocionados. No es posible que el gordo y adyacentes les caigan eternamente a los mismos, camareros y amas de casa, currantes del andamio y tenderos de barriada, clase media baja o curtidamente proletaria, gente que en medio de la cogorza o del llanto nos cuenta: "Podré pagar la hipoteca, se acabaron las deudas, le compraremos un piso y un coche a nuestros hijos".

Digo yo que ese puntual milagro también bendecirá por estricto calculo de posibilidades alguna vez a los ricos, pero jamás dan notaría de ello en la televisión. Imagino que aunque no necesiten a la caprichosa suerte y anden sobrados de todo lo que se puede comprar con el dinero, banqueros, constructores, arzobispos, traficantes, herederos con pedigrí, especuladores, políticos corruptos y demás bienaventurados gremios, también participan alguna vez de eso tan plebeyo de jugar a la lotería. No es posible que ésta les rechace por sistema y les maldiga por prejuicios de clase.

No entiendo a Zapatero al declarar algo tan metafísico como que el AVE es lo que más une a los españoles. Sigo dándole vueltas a revelación tan trascendente hasta que compruebo cómo lo amortiza. Da las gracias al PP porque construyó un tercio del AVE y nos recuerda que le debemos a su orgulloso Gobierno los dos tercios restantes. La que nos espera respecto a conquistas sociales y promesas cumplidas. Los frívolos abstencionistas seguiremos con la tentación de quedarnos en la cama el día de las elecciones. Pero ves el careto y oyes el discurso del honrado Zaplana, del piadoso Acebes y de la cultivada Esperanza Aguirre y retorna el vade retro.

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