Manda en Ferrari, obnubila a Italia

Buona sera. Gracias por venir. Estoy muy feliz". Impecable traje oscuro de chaqueta cruzada, pelo rubio que blanquea en las sienes, sonrisa inmaculada bajo la nariz aguileña. Luca Cordero di Montezemolo, de 64 años, acoge uno por uno a sus huéspedes una noche de principios de diciembre, en su casa de las afuera de Bolonia. Un palacete clásico rodeado de amplio jardín. Lujoso pero discreto, con pinturas de discípulos de Caravaggio, obras impresionistas y algún cuadro abstracto. Una casa confortable sin estridencias ni caprichos de superrico. Y sin embargo, Montezemolo, presidente de Ferrari desde 1991, lo es. La prensa italiana le calcula un salario anual de cinco millones de euros, y desde hace poco está al frente de la empresa ferroviaria privada NTV (Nuevo Transporte de Viajeros), que pondrá en marcha en 2012 el primer tren de alta velocidad italiano, el Italo, entre Roma y Milán.

Critica la parálisis del Gobierno Berlusconi y proponeun impuesto para los ricos

La prensa analiza sus declaraciones como si de ellas dependiera el destino de Italia

La cena tiene que ver, no obstante, con su primera pasión, la Ferrari, que ha invitado a 44 periodistas a la presentación de un nuevo producto. Hay estadounidenses, chinos, japoneses, coreanos, británicos, alemanes, franceses y españoles. Todos deslumbrados por la simpatía de Montezemolo y su naturalidad.

El nuevo rey de la Italia republicana, el verdadero heredero por estilo y escuela del Avvocato Gianni Agnelli, vende en esta fiesta el programa Tailor-Made, es decir, el coche hecho a medida. Pero a la luz de la popularidad alcanzada por Montezemolo en los últimos tiempos, podría vender cualquier cosa. Incluida su candidatura política. La gente le aborda en la calle, cuando baja a cenar a algún restaurante de Bolonia, y los periodistas buscan sus declaraciones como si de sus palabras dependiera el destino de Italia.

No es casual. Desde hace más de un año, Montezemolo viene dando alas a las especulaciones sobre su posible entrada en política. Se ha quejado de la parálisis del Gobierno Berlusconi, y ha propuesto alguna iniciativa bien acogida por la gente: que se tase a los ricos con un impuesto especial. Su coqueteo con la política comenzó en 2009, cuando creó una especie de think tank, Italia Futura, desde cuya página web se despacha a gusto sobre la situación del país. Hace poco dio su aprobación a las medidas de austeridad del Gobierno de Monti, lo cual no significa que basten. Según una encuesta reciente de SWG, a un 60% de italianos les gustaría que fuera primer ministro.

Mientras deshoja la margarita, Montezemolo se concentra totalmente en Ferrari. En el programa Tailor-Made, que permitirá a los ricos clientes de la firma diseñar su propio coche, por un poco más de dinero. ¿Cuánto? Cada modificación cuesta 50.000 euros. A cambio se puede conseguir un Ferrari exclusivo, con asientos de cachemir, o maletero de madera noble, o colocarle ruedas de aspecto vintage, aunque sean de última generación. Al final el precio base de 200.000 euros puede fácilmente duplicarse. Pero el coche será único y sin posibilidad de copia.

Para muestra, ahí está el Ferrari FF (cuatro asientos, tracción en las cuatro ruedas), Tailor-Made, color gris Ingrid (por la actriz Ingrid Bergman) del propio Montezemolo, frente al que se fotografiará la mañana siguiente en Maranello, sede de Ferrari, muy cerca de Módena. Una pequeña-gran fábrica, con sus casi 3.000 trabajadores, de la que salen unos 7.000 coches al año. Todos vendidos, con un promedio de espera de entre 15 y 18 meses. Con naves dotadas de jardín interior, y edificios diseñados por Renzo Piano, Maximiliano Fuksas y Jean Nouvel. Nada tan deslumbrante como el circuito de entrenamiento de Fiorano, donde los invitados se dejan guiar a más de 200 kilómetros por hora por experimentados pilotos.

Montezemolo es el alma de todo esto. Nacido en Bolonia, de distinguida familia piamontesa, corredor de coches para Lancia en sus años juveniles, estudió Derecho e hizo un máster en la Universidad de Columbia. A su regreso a Italia trabajó para el mítico Enzo Ferrari, cuya firma automovilística contaba ya con capital de los Agnelli. Y Montezemolo ha trabajado para la poderosa familia de Turín toda su vida. En Ferrari, en el Grupo Fiat, en la Cinzano; como organizador del Campeonato de Fútbol de 1990; de nuevo en la Ferrari y, a la muerte de Umberto Agnelli, en 2004, de nuevo en Fiat como presidente del grupo hasta 2010 y como presidente de la patronal italiana hasta 2008.

El presidente de Ferrari muestra a los visitantes su sala de billar. Por todas partes hay fotografías familiares. Montezemolo más joven, con su segunda esposa, Ludovica, madre de sus tres hijos, dos niñas de 11 y 8 años y un niño, Luppo, de año y medio. Son imágenes de una vida relativamente tranquila. ¿Se atreverá el alma de Ferrari a dejar todo esto para saltar a la arena política?