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Entrevista:Manolo Sanchis | EL ENIGMA DE SANCHÍS

"Me gusta mandar"

La leyenda del Real Madrid se mueve con cautela. Sabe que ya le apuntan como aspirante a suceder a Florentino Pérez en al palco del Bernabéu. Y no le disgusta. En esta entrevista descubre el mundo íntimo de sus ambiciones y decepciones

Es media noche en la sierra de Gargantiel y la luna en cuarto creciente no disipa las sombras del monte. Las encinas cargadas de bellotas a medio madurar, los robles, las jaras tupidas, los collados, han desaparecido bajo un manto de oscuridad del que brotan aromas de hierba seca y ruidos estridentes. El jaleo de los grillos acompaña la sinfonía de ronquidos y gritos ahogados, casi humanos, de gamos y ciervos. De entre los bramidos destaca la voz de Manuel Sanchis, que, sentado junto al bosque, habla de su animal favorito: "El jabalí me tiene alucinado. Su olfato y su oído son excepcionales. Pero luego tiene un sexto sentido. No me preguntes cómo lo desarrollan, pero los jabalíes te ven y, si no los estás cazando, no se asustan. Hasta el día que los estás esperando. Ahí se mosquean. Tú estás escondido, pero ellos notan algo raro. Algo les llama la atención. Me imagino que porque quieren sobrevivir. No te digo toser porque eso sería una locura, pero si haces un pequeño clic con lo que sea, te trincan".

"¿Marcarme un objetivo por deber? Si estoy obligado a hacerlo, no"
"¿Ser presidente del Real Madrid? No sé si va a ocurrir. tampoco lo haría por deber"

Dicen que los cazadores primitivos se identificaban con la presa para poder anticiparse a sus movimientos. Alguna vez Sanchis dedicó varias jornadas a seguir el rastro de un guarro. Día y noche. Subido durante horas a las encinas, aferrado al fusil Mauser 7 milímetros, sin moverse, sin provocar el mínimo chasquido, atento a las señales de la naturaleza, aprendió a interpretar el sentido de los sonidos que emiten los animales, descifró las marcas en los troncos de los árboles, "las colmilladas", descubrió la complicidad entre los ungulados y los arrendajos que los alertan con sus chillidos cada vez que ven un hombre. Se pasó días esperando en medio de la nada. Tuvo motivos para aburrirse, pero en cambio dice que se sintió dichoso.

"No me planteo el futuro", dice. "Intento disfrutar del presente. Tengo un amiguete que me hizo mucha gracia un día que lo encontré con gripe. Iba a tomar antibióticos durante una semana. Es una persona de unos 55 años. Y le digo: 'A ver si se pasa rápido y te recuperas'. 'No, no, que se pase despacito, porque quiero seguir disfrutando cada día!'. Pues esa filosofía me gusta".

La noche se va cerrando y los ciervos redoblan los berridos ante la proximidad del alba. Sanchis parece una persona reflexiva, pero rechaza la sugerencia con una mueca de repugnancia. "Es que la duda me molesta", dice. "Quien duda se cae". Es el modo de pensar de alguien que dedicó los 30 años que le formaron como adulto al oficio de proteger la portería del Real Madrid. En las inmediaciones del área, un instante de vacilación, de ponderación entre dos opciones, conduce al fracaso. Los grandes futbolistas, como los grandes jabalíes, se dejan guiar por el olfato. Del desarrollo de su instinto dan fe sus 18 años de servicio en Primera División. Son los mismos años en los que afinó su sentido de la dirección de empresas.

"Hay muchas maneras de mandar y muchas maneras de ser", advierte. "Me acuerdo de que fuimos a jugar un partido a Valencia con la selección. El capitán del equipo era José Camacho. Teníamos que elegir una película, en un cine, para hacer un poco más agradable los tres días de espera hasta el partido. Yo era de los más pequeñitos y me apetecían unas cuantas. Y hubo indecisión hasta que José dijo: '¡Vamos a ver La colina de la hamburguesa!'. ¡Coño! ¡A ver La colina de la hamburguesa! Aquello era infumable, pero lo había dicho José. Y todo el mundo fue a ver La colina de la hamburguesa. Entre esto y que en los viajes de autocar del equipo siempre acabábamos viendo Los energéticos y Los bingueros... pues aquello a mí me produjo un pequeño trauma. Así es que cuando me tocó ser capitán me dije que la elección de la película tenía que ser democrática. Cambié un poquito el verso y montamos el tema de los cuatro capitanes. Y hasta hoy, creo que en el Madrid se siguen manteniendo los cuatro".

Sanchis hace una pausa y agudiza el oído. "¿Qué ha sido eso? Me ha parecido escuchar un choque de cuernas". Los ciervos y los gamos están peleándose por las hembras y el rumor de los combates se extiende por cada valle.

La finca de Almadenejos (Ciudad Real) es el sitio al que acude a descansar de la civilización. Entre 1983 y 2001, mientras se convirtió en el hombre que más veces jugó con la camiseta del Madrid, su labor le exigió interpretar un papel cargado de una representatividad y unos símbolos a veces artificiosos. Consumió la mayor parte de la juventud entre muchedumbres que lo adoraron. Pero él, desde el principio, se reafirmó en la idea de distanciarse de su propia leyenda. "Es que el fútbol en plan drama chocaba mucho con mi forma de vivir", dice. Cuando colgó las botas no se esforzó por ser entrenador, ni directivo, ni agente, como tantos colegas, sino que buscó una senda inexplorada. Para la industria del fútbol, desapareció. Solo se supo de él de forma esporádica. Un día emergió al frente de Deporgadyd, una empresa de organización de eventos deportivos y culturales con la que ha impulsado desde mundiales de fútbol juvenil hasta festivales de ópera. En 2006 volvió a reclamar la atención pública para anunciar que lanzaba Casalobos, el primer vino de su propia bodega, 14 Viñas, en La Mancha.

"A mí me ocurrió algo en mi primer año en el Madrid", recuerda Sanchis. "Salgo del colegio y me matriculo en Ingeniería de Telecomunicaciones. Es una carrera durísima incluso para los que le dedican 24 horas al día. Imagina para un chaval que tiene entrenamientos todos los días. No asistía a clase y los viernes me iba porque tenía que viajar. Fue tremendamente complicado. Antes de Navidad, los profesores ya me habían hecho entender que no iba a progresar. Y desde Navidad hasta junio fueron los únicos seis meses que realmente no compartí mi profesión de jugador con una segunda actividad. Y lo pasé fatal. Empecé a meterme demasiado en el tema del fútbol. Los problemas se multiplicaban por tres en dimensión, no acababa de ver luz. Cuando terminó la temporada dije: no sirvo para estar 24 horas al día pensando en esto. Más que cantidad tengo que dedicarle calidad. Cuando estaba dedicado al fútbol tenía que volcarme al 100%, pero de puertas afuera necesitaba airear mi mente. Volví a estudiar y empecé a tener otras aficiones. Hubo entrenadores que no lo entendieron, pero a mí me fue bien".

Avanza la madrugada y las estrellas brillan más que nunca. A Sanchis se le va poniendo cara de fauno mientras habla de las actividades que le ofrecieron sosiego en sus años de alta competición. A los 25 años, su mujer lo llevó a ver Rigoletto al teatro Calderón y descubrió un mundo fascinante. Cuenta que se entusiasmó tanto con la ópera que vio la misma función siete veces. Desde entonces recorre el mundo en busca de sus otros ídolos: "Un turandot, un othello con Plácido hace que se me caiga el corazón al suelo".

La berrea es clamorosa. Casi tan ruidosa como el rumor que desde hace años recorre Madrid anunciando el advenimiento del sucesor de Florentino Pérez en el palco del Bernabéu. El runrún obliga a plantear la cuestión tabú. ¿Sanchis quiere ser presidente del Madrid? Ante la cuestión, se muestra impasible. "Tengo una sobrina", dice, "y una vez su madre le preguntó: 'Pero a ver, ¿tú de mayor qué quieres ser?'. Y la niña con esa inocencia le contestó: 'Yo quiero estar a gustito'. ¡Joder! Me parece de una inteligencia que yo... Yo quiero estar a gustito. ¿Cómo? Haciendo lo que hago. Soy muy feliz. Emprendo proyectos que me apasionan, tengo un equipazo de gente a mi alrededor, los proyectos tienen calado social, estoy en contacto con el deporte, tengo incursiones en otras actividades con las que disfruto un montón. He sido capaz de dar charlas de formación a empresas, he sido capaz de organizar un festival de ópera, tengo una familia que es el copón... ¡Estar a gustito! No pido más".

El hedonismo parece seriamente amenazado por algo muy parecido a un deseo atávico de regresar al origen. A fin de cuentas, su padre, Manuel Sanchis Martínez, fue otro jugador legendario del Madrid. El club es su casa. Una casa agitada por naturaleza. "Sé que como presidente del Madrid no podría seguir con esta máxima", dice, recordando a su sobrina. "Pero no sé si va a ocurrir. Tampoco lo haría por deber. En deuda con el Madrid estaré de forma eterna. Ni aunque viviese cinco vidas podría devolver lo que el Madrid me ha dado a mí y a mi familia. Pero no se pueden hacer las cosas solo por deber. Cuando haces una cosa por deber eliminas componentes que para mí son necesarios para hacerlas bien: la pasión, el talento... Muchas cosas las estudié por deber, pero a mí estudiar me gustaba. He hecho muchos entrenamientos porque debía hacerlos. Porque a mí lo que me gustaba era el balón, que me hiciesen correr una hora no me apetecía, pero lo hacía por deber. Vale. Pero ¿marcarme un objetivo por deber? ¿Y a largo plazo? Menos que menos. Si no estoy obligado a hacerlo, no. Soy un privilegiado. He estado no sé cuántos años jugando al fútbol, que era mi pasión, y esos años me han permitido poder decidir algunas cosas".

Sanchis se mueve con cautela. Sabe esperar. Y sabe que un solo clic puede estropear una buena cacería.

» Arquitectura de vanguardia

La capilla de Valleacerón, ante la que posa Manolo Sanchis en la imagen superior, fue construida en 2000 en el punto más elevado de la finca de Sanchis en Ciudad Real. Concebida como una obra experimental por los arquitectos del estudio Sancho & Madridejos, la obra formó parte del catálogo de la exposición que el MOMA dedicó en 2006 a la arquitectura española de vanguardia. Está construida con un solo pliegue de hormigón dorado doblado sobre sí mismo. Se sostiene sin pilares ni vigas. "Llevábamos tiempo trabajando en el tema de los pliegues", dice Sol Madridejos, la arquitecta. "Era un tema conceptual. Manolo lo entendió y nos lo pidió".

» Necesito gente alrededor que me pare los pies"

Sanchis fue el más prematuro de los miembros de la 'Quinta del Buitre'. Digno representante de un grupo ecléctico de canteranos, de gente de espíritu libre, rompió con los arquetipos ligados al perfil tradicional del futbolista. Pronto sintió curiosidad por la gestión de empresas y, en busca de evasiones espirituales, se interesó por la pintura. Su amistad con Manolo Valdés, fundador del Equipo Crónica, le transformó el gusto artístico y encaminó su andadura como coleccionista de pintura pop. Cuando acabó la carrera deportiva fundó Deporgadyd, una empresa de organización de eventos deportivos y artísticos. Al frente de ella ha organizado desde festivales de ópera, como el Festival Lírico de Toledo, hasta torneos internacionales de fútbol juvenil. Hace unos años reunió a un grupo de amigos y los animó a invertir en una compañía común para tener un motivo de reunión. Lo acompañaron Míchel, Martín Vázquez y Butragueño, excompañeros de la 'Quinta', entre otros amigos como el cantante Miguel Bosé. Juntos fundaron la bodega 14 Viñas-Casalobos en Ciudad Real. "Me gusta mandar", dice, sobre su vocación ejecutiva. "Necesito gente a mi alrededor que me pare los pies". /

bernardo pérez

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