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Columna
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El lado oscuro de la luz

Jacinto Antón

Siento no haber sabido de la relación de Angelina Jolie con las serpientes (las manipula sin miedo alguno y tuvo una de mascota, a la que mató) cuando el destino nos puso frente a frente en una memorable -por tantas cosas- ocasión, hace ahora casi ocho años. Fue antes de lo de ella con Brad (faltaba un año), lo que no quiere decir, claro, que yo tuviera más oportunidades, pero me queda la ilusión. Decía que lamento lo de las serpientes porque a mí también me atraen mucho y tengo una, y eso nos hubiera dado un tema frío para hablar y quizá no me hubiera obnubilado tanto. Es lo que tiene no ir bien documentado a las entrevistas, aunque peor me fue con Karl Popper, que sintetizó durante el encuentro su famosa consideración de que "nuestro conocimiento es necesariamente finito, mientras que nuestra ignorancia es necesariamente infinita", al espetarme con crueldad: "Oiga, ¿de verdad no se le ocurre ninguna pregunta inteligente?". Que te suelte eso Popper... qué quieren que les diga: duele. De hecho, de Angelina, que estuvo mucho más simpática -y guapa, ni te digo-, sí había leído su libro, desde luego no tan exigente como la obra del estricto pensador vienés. 'Logik der Forschung' o 'Die beiden Grundprobleme der Erkenntnistheorie' son definitivamente más arduos de leer que 'Notes from my travels' (Pocket Books, 2003), los emotivos recuerdos de la actriz de sus experiencias como embajadora de buena voluntad de ACNUR en países como Sierra Leona, Tanzania, Pakistán, Camboya o Ecuador. Conservo mi ejemplar dedicado -"to Jacinto"- como uno de mis más preciados tesoros. También me dedicó un libro Borges, aunque, convendrán, es otra cosa. Pasamos media hora juntos, con Angelina quiero decir, pero fue media hora muy intensa, al menos para mí. Estaba entonces ella, con 29 años y Lara Croft en el escote, huy, en el bolsillo, en el pináculo de su fama de 'sex symbol' bisexual de ribetes salvajes, y afirmó sin embozo alguno y con una sonrisa de oreja a oreja que esa reputación era más que merecida (aquí recuerdo haber tragado saliva). Aunque, curiosamente, asegura que nunca tendría relaciones con un hombre casado (por la tristeza que le provocó la infidelidad de su padre). En Angelina Jolie la exhibición de lado oscuro y escamoso, tatuajes y mortificaciones incluidos, se combina con una ironía y una luminosa calidez que provocan la ambivalente sensación de estar ante una estrella que es a la vez distante y accesible. Cuentan que fue una adolescente torturada y con síndrome de patito feo (¡lo que hay que oír!) y punk. De joven se autolesionaba y se dice que tuvo una relación con Mick Jagger -que eso sí que es daño asegurado- a raíz de su aparición con el pelo cortito en el videoclip de los Stones de 'Anybody seen my baby' (1997). Pese a la estampa familiar actual de señora bien y madre adoptiva y natural (Brangelina, etcétera), y todo su 'glamour', Angelina sigue poseyendo algo nocturno, tentador, felino e irreductible. Aunque publicite bolsos de Louis Vuitton en los meandros de Camboya te dices que si va al encuentro del coronel Kurtz, le dará más quebraderos de cabeza que el capitán Willard. Ahora va a hacer de Cleopatra (!) y espero no volvérmela a encontrar: de hija de Isis, uf, ¿quién podría resistirlo?

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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