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Reportaje:Diseño

Arquitectura grande en frascos pequeños

La crisis empuja a los estudios a reducir la escala de los edificios

Anatxu Zabalbeascoa

Los propios arquitectos anuncian el fin de las estrellas mediáticas como su respuesta a la coyuntura que nos envuelve. Sin embargo, el desencanto ilumina otros astros que los récords de altura, metros cuadrados y cifras astronómicas, barajados por un reducido grupo de profesionales en la última década, apenas dejaban ver. Así, la crisis está llevando luz a lo pequeño, a lo discreto y al trabajo delicado de muchos otros autores.

La idea de reubicar la gran arquitectura en los pequeños edificios está empezando a cuajar en España. Pero fue en Tokio donde se ideó el apelativo de arquitectura mascota (pet architecture). Allí la falta de espacio, con o sin crisis económica, es parte del genius loci, define el lugar. Con la crisis, sin embargo, a la escasez de metros se sumaba la reducción presupuestaria.

El resultado reclamaba nuevas ideas. Y un estudio joven, Atelier Bow-Wow, empezó por poner nombre a lo que les tocaba hacer a ellos: las mascotas. Los edificios de menos de 50 metros cuadrados -han leído bien: 50 metros cuadrados- en los que estrellas de la talla de Kazuyo Sejima han sabido ubicar viviendas con patios y dormitorios de menos de dos metros.

En ese espíritu, y también en Tokio, construye Yashuhiro Yamashita, el principal arquitecto del Atelier Tekuto. Buena parte de los proyectos de su estudio se levantan en terrenos que rondan los 40 metros. Una de sus viviendas, Reflection of mineral, erigida en el centro de la capital es un ejercicio de origami arquitectónico en el que logra plegar una vivienda de 80 metros, incluido el garaje, sobre un terreno de sólo 44. El sorprendente resultado recuerda la mezcla de brillos y planos opacos de los minerales.

En esa línea de romper los planos, cuidar el centímetro cuadrado y buscar luz y expresión con un mismo gesto, los catalanes Manuel Bailo (Igualada, 1965) y Rosa Rull (Tarragona, 1964) han firmado en Manresa lo que ellos describen como "un desconchado en la antigua pared del Ayuntamiento". Ese desconchado poliédrico logra, además de instalar una nueva escalera y un ascensor, convertir ese ascenso en un paseo panorámico. La remodelación pone, de un rasguño, el Ayuntamiento de la ciudad en el siglo XXI: sin osadías innecesarias y con un sorprendente ingenio. Llegan tiempos de trabajos pequeños. Tal vez la arquitectura mascota invite a mimar a los edificios.

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