Empieza el cambio
La escala intermedia y las apuestas por varios estilos marcan la arquitectura y el diseño que viene en 2010

Con Kazuyo Sejima como comisaria de la próxima bienal de Venecia y el Centro Pompidou de Metz, de otro japonés, Shigeru Ban, a punto de inaugurarse al norte de París, parece que los iconos y las estrellas arquitectónicas hablarán otro idioma en 2010. La sostenibilidad, o el intento por lograr una arquitectura menos dañina a base de edificios con menos medios pero con más ideas, está presente en varios inmuebles a punto de estrenarse. Pero también lo está un cambio de escala. La arquitectura está cambiando. Más comprometidas con su trabajo que con las cifras de su empresa, parece que las nuevas estrellas quieren serlo menos. No sucederá en un año. Pero es de esperar que el camino sea sin retorno. Se podría augurar que los arquitectos se divertirán más vigilando las obras que los libros de cuentas. Por eso, de seguir la economía su curso de castigo, se va a acabar el aburrimiento. Sólo los ingeniosos triunfarán. Algunos hasta reinventándose.
Los arquitectos se divertirán más vigilando obras que libros de cuentas
No es el caso de Niemeyer, que inaugurará en Avilés otra obra magna, sin duda también emblemática, en la que nunca ha estado. Pero podría serlo el del estudio de arquitectura suizo Herzog & de Meuron que, en un pequeño pueblo alemán, Weil am Rhein, ultima un edificio que combina la gran y la pequeña escala. El encargo tenía truco. Lo hizo un experto en arquitectura, Rolf Fehlbaum, propietario de la futura VitraHaus -un espacio que servirá para exhibir la colección de la firma de mobiliario Vitra- que ya tuvo el olfato de invitar a Frank Gehry -autor del Vitra Museum- y a Tadao Ando para construir en Europa hace más de 20 años. También fue el primer cliente de Zaha Hadid. Fehlbaum llevaba años detrás de Herzog & de Meuron y ahora, en la primavera de 2010, los devolverá a la pequeña escala sin renunciar a la grande.
En cuanto a las novedades que prepara el año en el ámbito del diseño, la noticia es que Ikea se multiplica. No en el mundo, sino en su propio seno. Año tras año, la empresa sueca va perdiendo su legendaria identidad nórdica a favor de un carácter más global. Así, su empeño genérico para 2010, ser más sostenible que en 2009, ha hecho que todos sus grifos ahorren un 30% de agua, que sus sábanas combinen el algodón con el Lyocell, una fibra renovable a base de celulosa -realizada con fibras de madera, con la mitad del agua que precisa el algodón para crecer-, y que sus instalaciones produzcan energía solar y eólica para el autoconsumo. Pero, ¿cómo traduce formalmente su catálogo ese deseo? La apuesta múltiple la ganan lo retro, lo minimalista y, atención, lo gustaviano, un estilo de muebles de madera decapados, pintados de gris o de blanco, que llevó luz a las viviendas suecas en tiempos del rey Gustavo III, a finales del siglo XVIII.
Es lógico que en el escenario impredecible en el que vivimos las grandes empresas del diseño se muestren indecisas. Y la indecisión, ya se sabe, genera cautela. O locura. Hay un grupo, con Capellini o la propia Ikea a la cabeza, que opta por el clásico poner una vela a Dios y otra al diablo. Con otra para los Reyes Magos, por si acaso. Después de aplaudir el design art, y abrir tienda en Miami, Giulio Cappellini cerró 2009 dejando el diseño de sus sillas en manos de modistos. Patrick Norguet fue el elegido. El resultado, la butaca Scratch, no era rompedor. No inventaba nada y ni siquiera invitaba a sentarse. Pero abría una puerta. Y eso, precisamente, es lo que ha hecho célebre a este empresario-arquitecto italiano.
La otra cara de la moneda estará en el lado de los integristas: los puristas del diseño. Los guardianes de las esencias son las firmas que no se desdoblan en estilos y se mantienen fieles a cuanto saben hacer. Las cocinas arquitectónicas de Bulthaup hace ya tiempo que comenzaron a hacer de la casa una gran cocina. Ahora, la firma alemana prepara una revolución minimalista de la mano del rey del género: el británico John Pawson lleva dos años trabajando en su nueva colección. Con Bulthaup, otro clásico del diseño, la finlandesa Artek, ha dado por concluido el plan renove que puso sus diseños en manos de Tom Dixon y ha decidido que, para 2010, volverá a ser ella misma: Aalto y compañía, que es, a fin de cuentas, lo que siempre quiso ser.

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