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Reportaje:Gastronomía

Esnifar chocolate

Dominique Persoone mezcla su ingenio y todos los sabores en su famosa fábrica de bombones e inventos de Bélgica

Elsa Fernández-Santos

El cacao esnifado produce un extraño placer. En apenas un segundo el polvo negro sube por el tabique hasta el cerebro y desde ahí llega a los sentidos: un ligero sabor en la boca y un intenso aroma por la nariz. Hay variantes de chocolate negro con fresa o con jengibre y las cajitas recuerdan a esas del rape, el tabaco para esnifar, aunque el chocolate ni pica ni provoca ese distinguido estornudo a lo Barry Lyndon.

La máquina para esnifar chocolate es uno de los inventos más populares de Dominique Persoone, el chocolatero más famoso de Bélgica y uno de los 54 artesanos chocolateros de Brujas, la ciudad del chocolate. Se le ocurrió como "original postre" para un cumpleaños de los Rolling Stones y desde entonces es un éxito de ventas en su pequeña tienda, The Chocolate Line, donde vende sus bombones, sus lingotes y pintalabios de cacao, sus pinturas de chocolate o esa máquina de metacrilato que se encarga de disparar el polvo hacia los orificios nasales. "Yo quiero que la comida vaya más allá de la mesa. Cuando empecé hace 10 años a nadie se le ocurría mezclar el chocolate con wasabi o con hierbabuena, experimenté y no he dejado de hacerlo", afirma el chocolatero.

Persoone, que carga con un iphone-tableta chocolate con leche, tiene una formación de cocinero subvencionada por su padre, el dueño de un casino y un restaurante que envió a su hijo a París a estudiar restauración. "Siempre me gustaron los juegos, los experimentos, hace nueve años fui a Madrid Fusión y ahí decidí aplicar al chocolate todo lo que había aprendido en la cocina".

Acaba de abrir su segunda tienda en Amberes y en su fábrica de Brujas, 28 personas se encargan de sus exquisitos bombones con vinagre, espárragos, vodka, sake, coca-cola, peta zetas o lo que sea. Los encargos especiales le llegan de todo el mundo, y muchas veces rozan lo absurdo (nubes de chocolate inyectadas en helio) o lo legal. "¿Pero lo que quiere usted es oír una historia quinqui, claro?", increpa ante la demanda de alguno de sus mejores efectos especiales. "Hice unos bombones con forma de corazón con chocolate puro y la misma hormona que se utiliza para el Prozac. Al principio no funcionó porque el chocolate bloqueaba el efecto de la hormona. Hasta que nos pusimos a investigar y logramos averiguar que existe una pimienta china, que solo se puede ingerir en pequeñísimas cantidades, que desbloquea la hormona. Y la aplicamos. No nos dejaron fabricarlo, pero puedo asegurar que el efecto era fantástico, te ponías muy contento". Con ese afán provocador que le ha hecho famoso en el mundo chocolatero, Persoone añade: "Y existe un cacao que es el viagra natural del Amazonas, y ahora mismo le dedico todos mis estudios".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’
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