Industrial pero artesano
Los nuevos diseños reivindican la calidad de los acabados

Si la última gran crisis puso de moda los comercios "todo a cien" y su correspondiente made in China, parece que la que atravesamos ahora quiera buscar inspiración en los acabados artesanos y en su correspondiente hecho en casa. Esta vez no hay salto geográfico ni rebaja económica. Pero sí podría haberlo temporal. Y cualitativo. ¿Cómo reivindicar lo artesano evitando la nostalgia? El asunto exige un autoexamen. Habla de repensar y redefinir el consumo. Pero es, evidentemente, otra estrategia comercial más: la apuesta por la calidad por encima del riesgo y la variedad. Se trata de proponer otra actitud: cuidar y estimar los objetos, frente al conseguirlos para olvidarlos de los últimos lustros.
Hay que redefinir el consumo, proponer otra actitud: cuidar y estimar los objetos
Se trata de fabricar productos que sean sensuales, útiles y duraderos
¿Cómo digiere la creatividad esa mirada retrospectiva? ¿Cómo hacer compatible con el futuro y con la producción industrial una lección del pasado? ¿Cómo asumen empresas y diseñadores las pautas provenientes de lo que parecía superado? La única manera de hacerlo es con conocimiento de lo que se creyó superado. Y la opción más razonable para lograrlo pasa por reconocer que tal vez lo supuestamente obsoleto no estaba en realidad tan superado. Tratar de fabricar productos duraderos, sensuales, útiles y con una vigencia superior a una temporada no puede ser un límite para un diseñador. Todo lo contrario: debería de convertirse en su reto mayor.
Una empresa italiana especializada en productos de menaje-regalo -con catálogos que combinan la larga duración de sus cubiertos y cafeteras, con el consumo caprichoso y a la moda de sus teteras, saleros o jarrones- ha recurrido a inyectar joven diseño finlandés en su nueva colección. Así, el proyectista minimalista y tímido de Helsinki Harri Koskinen ha ideado la bandeja Fat, una pieza introvertida y discreta con un cajón-contenedor capaz de guardar los vasos, cubiertos, platos o servilletas que se necesitan para poner una mesa. Se trata de la primera bandeja de madera de la empresa Alessi. Y, que Koskinen sepa, es también la primera bandeja-contenedor de la historia. Con todo, a pesar de no contar con precedentes, el producto tiene un aire clásico. Parece útil y bien hecho. Se diría que pertenece al grupo de las piezas que, entusiasmando a abuelos y a nietos, son capaces de atravesar varias generaciones de gustos cambiantes. Pero es sólo una impresión. La bandeja Fat no podría haberse fabricado hace unos años. La tecnología que ha hecho posible elaborar maderas de bambú resistentes y económicas se ha desarrollado hace muy poco. Así, el producto de Koskinen es paradójicamente rompedor. Y no necesita parecerlo.
En la misma línea, aunque de dos generaciones anteriores, el arquitecto milanés Antonio Citterio es, él mismo, un clásico del diseño. De sello elegante y atemporal, está habituado a pensar en el largo plazo cuando diseña sus sofás para la empresa italiana B&B o su mobiliario de oficina para la alemana Vitra. Así, incapaz de superar la proporción -sus piezas de doble profundidad- o la modularidad -que permite combinar chaise-longues con asientos esquineros- de su anterior sofá Charles (2003), el italiano ha apostado esta vez, de nuevo, por la comodidad. Pero ha alterado los detalles. Asegura que el confort también puede ser visual. Y para demostrarlo, su nuevo sofá Ray -que rinde homenaje a la mujer de la pareja de diseñadores norteamericanos Charles y Ray Eames, considerados habitualmente los mejores de la historia- surge como una actualización más sensual y cercana del sofá que Citterio bautizó con el nombre de Charles. Como en el caso de Koskinen, la nueva propuesta de Citterio no es radical, pero sí es capaz de alterar nuestra relación con los muebles acercándolos. Propone el uso de la tela frente al cuero en las nuevas tapicerías. Y reivindica la comodidad sin perder la elegancia. El resultado es una pieza de aire burgués, aspecto confortable y líneas esbeltas con un marcado pespunte en contraste rematando las tapicerías desenfundables. B&B, la productora del sofá Ray, lo anuncia como una pieza "frente al exceso y contra lo excéntrico". Y es una discreta pero firme demostración de que futuro, industria, detalle y comodidad pueden ir de la mano sin nostalgia. Pero sin temor a mirar atrás.


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