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Reportaje:Diseño

Sentados en el pasado

Los creadores apuestan por revisar otros tiempos en lugar de idear propuestasnuevas - Clásicos como la silla Egg de Jacobsen inspiran nuevos modelos

Anatxu Zabalbeascoa

¿Vuelve la posmodernidad o se acabaron las ideas? Si el neoplasticismo de Piet Mondrian se convierte ahora en armario y algunos de los diseñadores más rompedores del momento echan mano de la memoria, ¿qué está ocurriendo? Un cambio de color puede ser una decisión revolucionaria cuando se desearía no cambiar nada. Pero se conoce que para que nada cambie siempre hay algo que sí debe hacerlo. En esa tesitura de cambios sin cambio, el escaparate del último diseño de mobiliario se parece cada vez más al regreso de los muertos vivientes.

El diseño está tratando de mantener su caro barco a flote apostando más por revisar un pasado glorioso que por idear propuestas nuevas. Nadie queda al margen. Ni el más sobrio ni el más osado están excluidos del juego. Así, ni el etéreo Naoto Fukasawa ni la superestrella Philippe Starck han resistido la tentación de mirar atrás. Todos han sucumbido, si no a repescar directamente las líneas de diseños del pasado, sí a tratar de emular su halo optimista, osado y colorista.

Philippe Starck reconoce el préstamo y dice que le rinde homenaje

El diseño vive así una época de croquetas y canelones. Se trabaja más con sobras que con materia prima fresca. El japonés Naoto Fukasawa, que inventara artilugios como la baldosa-lámpara o el CD con forma de ventilador, ha echado mano de la legendaria silla Egg de Arne Jacobsen para, cincuenta años después, idear un nuevo orejero que gira como el del danés. Se llama Grand Papillo y nace de hacer crecer una silla anterior que llevaba la tapicería abrochada por una cremallera trasera. Producido por la empresa italiana B&B, este sillón giratorio se percibe como un elemento escultórico único, al contrario de la butaca Egg, que se apoyaba en un pie de acero. Sin embargo el parecido es más que razonable.

Jacobsen es uno de los favoritos en la casa de empeño del pasado. También Philippe Starck ha echado mano de él. Y lo ha hecho con todas las de la ley: reconociendo el préstamo y rindiéndole homenaje. Con tantos honores, no puede haber plagio en un diseño. Pero Starck es mucho personaje para lanzar una simple oda a la silla más homenajeada del mundo. Así, en su silla Masters, ha cuajado la cuadratura del círculo. Ante la duda de qué silla de las llamadas clásicas modernas era la mejor, el francés ha refrito el genio orgánico del finlandés Eero Saarinen (y su silloncito Tulip, producido por Knoll), ha revisitado la ligereza de la legendaria Plastic Chair de Ray y Charles Eames (Vitra) para alargar el respaldo, y, finalmente, ha absorbido la curva de la cintura de Jacobsen (un arquitecto de edificios rectilíneos y muebles curvos) para cuajar su propuesta de futuro: un baile de sillas cincuentonas.

Con todo, ha sido el astuto Giulio Cappellini quien ha ido más allá en el baile de máscaras con cadáveres camuflados. El empresario italiano ha combinado en su nuevo armario Homenaje a Mondrian una cajonera ideada por el fallecido Shiro Kuramata en 1975 con dos de las pinturas neoplasticistas de Piet Mondrian. En madera lacada con los colores primarios que empleaba el holandés, Cappellini no tiene empacho en asegurar que su nuevo mueble esconde casilleros para "guardar sueños y recuerdos". Su propio recuerdo quiere rendir culto a la abstracción y "reconocer dos personajes mágicos del siglo pasado", el diseñador japonés Kuramata y el pintor del Broadway Boggie-Boggie, convertido ya en uno de los estampados más versionados de todo el siglo XX. Como Jacobsen en diseño, Mondrian se ha transformado en una tentación gráfica que no escapa a la fiebre de delantales o servilletas. El siglo XXI parece querer decir que si Mondrian quiso ser críptico... tal vez se le fue la mano con el color.

Butaca Grand Papillo, de Naoto Fukasawa.
Butaca Grand Papillo, de Naoto Fukasawa.
Diagrama de la silla Masters de Philippe Starck.
Diagrama de la silla Masters de Philippe Starck.

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