Sonar a sueco para triunfar
La industria musical disfruta de un singular oasis en el país nórdico, donde las ventas crecieron un 10% en 2010
El pasado año, mientras las cifras de ventas de la industria musical se desplomaban, en Suecia se celebraba un aumento del 10,2% en la facturación. El mundo seguía dándole vueltas al streaming, a la forma más sensata de capitalizar el efecto Spotify, a las posibilidades de los smart-phones y al cada vez más nebuloso futuro alrededor de las descargas legales.
Paralelamente, los suecos anunciaban que sus ventas digitales alcanzaban ya un 16% del total despachado y esperaban en 2011 rebasar la frontera del 20%. Según la oficina sueca de la IFPI (Federación Internacional de la Industria Fonográfica), los motivos para este aumento podían encontrarse, además de en la aplicación de una nueva normativa de protección del copyright, en la optimización de los servicios para telefonía móvil y en el despegue de Spotify, hecho que explicaba que el 46% de las ventas de música digital se realizaran ya a través de servicios de streaming.
Con 10 millones de habitantes, es el tercer exportador mundial de pop
Con este panorama, no es de extrañar que el pasado 9 de abril la Embajada española en Suecia y el Instituto Cervantes organizaran un encuentro con algunos de los popes de la industria musical indie del país escandinavo. El motivo era profundizar en las conexiones musicales entre ambos países y, ya de paso, intentar averiguar el secreto del éxito de una nación que, con menos de 10 millones de habitantes, se ha convertido en el tercer exportador mundial de pop. "La razón se encuentra, ante todo, en la calidad de las bandas", explica Patrick Larsson, capo de Headlock Management y de SOM, la organización que, al estilo de la Unión Fonográfica Independiente, aglutina a los sellos independientes. "Aquí la gente aprende a tocar un instrumento desde la infancia. Además, el inglés es hablado por casi todo el mundo, algo que facilita la composición en ese idioma que, al final, es el del pop".
Incidiendo en el aspecto artístico, Johan Angergard, propietario del sello Labrador y miembro de bandas clave del indie sueco, como The Legends o Acid House Kings, destaca un aspecto clave del éxito internacional: "Ya podemos hablar de una forma de hacer pop que es nuestra, es una especie de marca. Por eso, cuando escucho alguna banda española, o de donde sea, que intenta demasiado sonar inglesa o estadounidense y que incluso trata de esconder el acento creo que se están equivocando. Me parece que en España hay potencial, pero se debe crear un sonido que pueda ser reconocido". El sonido sueco es reconocible en bandas como Tantrum to Blind.
Larsson recuerda que el desarrollo de su industria musical solo se entiende desde la profesionalidad y la ambición. "Las bandas las maneja gente que se dedica en cuerpo y alma, ha estudiado para ello y conoce al dedillo la historia de la industria sueca. Honramos a nuestros mayores". Cuentan que Stig Anderson, el representante de Abba, se pasó los meses anteriores al Festival de Eurovisión vendiendo Waterloo por el mundo. Era tan convincente que, antes de empezar el evento, el tipo ya había firmado la distribución del single en medio mundo. Hoy, en su pueblo natal de Hova, se puede ver una estatua con su busto. "Es un buen momento para tratar de ganar relevancia global desde la independencia. El mundo musical se mueve hacia el nicho extremo. A partir de ahí, las reglas se abren y todos podemos entrar", apunta Kalle Lundgren, de Pitch and Smith, agencia que maneja los directos en Europa de bandas suecas como Shout Out Louds o Those Dancing Days. Artistas que tal vez no vendan muchos discos en ningún país fuera de Escandinavia, pero que venden unos cuantos en muchos territorios.

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