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Estilos

El alma artística de la consola

El mando de la Wii, herramienta que acerca el cuerpo a la creación digital

El vídeo lleva colgado en YouTube desde 2007. Ya es un clásico. Casi una antigüedad. Muestra a un chico de rasgos orientales manipulando la imagen de una pantalla simplemente moviendo las manos frente a ella. Sus movimientos quedan registrados por uno de los sensores del mando de la Wii y el resultado parece sacado de una película de ciencia ficción. Jonny Chung Lee es uno de los más celébres manipuladores de este aparato para usos originales e imprevistos incluso para sus propios creadores.

Una caja de plástico de 15 centímetros de alto por tres de ancho que contiene un acelerómetro, un sensor óptico y un bluetooth. Eso es básicamente el mando de la consola de Nintendo Wii o Wiimote, un detector y transmisor de movimientos y luz cuya "sensibilidad" ha hecho que tenga una vida propia independiente de la consola a la que acompaña. Desde el lanzamiento de la consola en 2006 esta varita mágica tecnológica está sirviendo de herramienta y objeto de inspiración para un número creciente de artistas digitales que se han enamorado de ella.

Paola Tognazzi es coreógrafa y artista de performance. Su relación con el arte digital era complicada. A la vez le fascinaba y consideraba que, en la mayoría de intervenciones, el mensaje se perdía. Hasta que comenzó a experimentar con el mando de Wii y convirtió "el veneno en medicina", en sus propias palabras. Su proyecto W-Space es un traje con ocho mandos incorporados que registra hasta los movimientos más leves de quien se lo pone y los convierte en sonidos. "Buscaba amplificar la conciencia del propio cuerpo. El sujeto se escucha moverse y los movimientos rítmicos se traducen directamente en música". La última intervención de Tognazzi con el traje tuvo lugar en el festival de cultura digital Transmediale 2009 en Berlín y se pudo ver en vivo vía Internet en Medialab en Madrid. En la grabación se ve cómo se invierte la relación entre danza y música, y es la primera la que provoca la segunda.

El madrileño Martín Nadal ha desarrollado una pieza artística basada en el Wiimote: Bloop. Es una película proyectada en una superficie plana fotograma a fotograma. Los espectadores pueden tomar cualquiera de las imágenes fijas y modificarla a su gusto. En este caso es el sensor óptico del Wiimote lo que detecta los movimientos del espectador que "pinta" directamente sobre cada imagen. Para Nadal no hay nada más intuitivo que un aparato que vea y sienta porque "abre la interactividad a cualquiera y humaniza totalmente la experiencia". Aunque la principal razón por la que lo utilizó y por la que, en su opinión, es un instrumento omnipresente en el arte interactivo es su precio. Por poco más de 40 euros se puede conseguir un conjunto de componentes muy caros por separado. Nadal, Juan Fabián y Steven Pickes convirtieron Bloop en un proyecto mayor, Plaza animada, que consiste en la proyección de otra película colectiva en la plaza de las artes de Madrid.

"Ahora las máquinas reciben la voz, el tacto y el movimiento. El mundo virtual se integra cada vez más al mundo físico y no al revés. Esto incide principalmente en el arte interactivo". Son palabras de Pau Alsina, profesor de arte de la Universidad Oberta de Cataluña y creador de la revista y foro digital Artnodes. "El mando de Wii es probablemente el aparato electrónico más modificado para los usos más insospechados. Además facilita mucho la comunicación entre la audiencia y creación digital".

Y, ¿qué opinan los inventores del aparato? Ernesto Maquieira, jefe de Wii en España, habla por los inaccesibles desarrolladores japoneses de Nintendo. "Al principio fue sorprendente", se refiere a los vídeos con diferentes intervenciones que inundan la Red, "pero para nosotros es positivo que resulte tan estimulante para los creadores y pienso que dará más sorpresas dentro y fuera del mundo de los videojuegos".

Arriba, manipulación de  Wii motes. Abajo, <i>graffiti</i> virtual de Martin Lihs.
Arriba, manipulación de Wii motes. Abajo, graffiti virtual de Martin Lihs.

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