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Análisis:El arte útil
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El arte útil Trabajar cansa

Nos pasamos la vida hablando de cambios pero odiamos que las cosas cambien. La oficina vive esa paradoja que la obliga a redefinirse continuamente para, al final, variar muy poco: sigue siendo un lugar en el que unos mandan y otros obedecen.

Los muebles mantienen ese orden. Aun cuando intentan enmascararlo. La estrategia parece maquiavélica: el cambio, si llega, no termina de cuajar. Cuando se popularizó el portátil se habló de teletrabajo. Pero seguimos acudiendo a un despacho aunque trabajemos también en casa y hasta en los aviones. No es que la oficina se haya democratizado. Más bien ha colonizado nuestra vida.

'Mesa caliente'

La movilidad apenas ha dejado huella en los lugares de trabajo. La desaparición de las jerarquías ha sido, durante años, la batalla de los diseñadores especializados en oficinas. Pero en la última feria Ofitec celebrada en Madrid, el jefe de diseño de Foster & Partners, John Small, confirmó que esa aspiración era imposible en EE UU, que es como decir que nunca funcionará. La cercanía a la ventana se conquista con demasiado esfuerzo para que un diseñador decida su desaparición. Ante esa resistencia, los interioristas han dejado de apelar al sentido democrático para apostar por la rentabilidad. Proponen el turno continuo, la "mesa caliente". Que las oficinas funcionen sin parar. Los cables son otro de los temas candentes. Los buenos diseñadores se precipitaron a ocultarlos. Los futuristas auguraron su desaparición. Small lo tiene claro: "No van a desaparecer. Pero se reducirán". Es evidente: trabajar cansa. ¿Puede el diseño lograr que canse menos? Small se inclina por abandonar las luchas utópicas y dedicarse a la revolución de los pequeños gestos. Su edificio Hearst, en Nueva York, tiene, bajo las mesas de las secretarias, un armarito para zapatos. "Llegaban con deportivas y tenían que cargar los tacones en una bolsa". Ahora los zapatos duermen bajo el ordenador. Y ellas llegan a la oficina más ligeras y con los pies descansados.

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