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Reportaje:Gastronomía

Una pasarela para la cocina

Dirigida por Julien Pham, nace 'Fricote', una revista que pretende ir más allá del mero catálogo de recetas

Toni García

"Comer ya no es solo una cuestión de necesidad, hace tiempo que se convirtió en algo más, y ese aspecto de la gastronomía es lo que queremos explorar". Julien Pham parece inquieto, nervioso al otro lado del teléfono: han pasado pocas horas desde que Fricote, su nueva criatura de papel y tinta, pisara algunas de las librerías más selectas del planeta. "En Francia", continúa, "siempre ha habido una grandísima tradición culinaria, pero en España habéis contado con elBulli; de la alta cocina hemos pasado a la cocina de fusión y del chef estrella, en singular, a una auténtica constelación de cocineros que son casi celebrities, como Gordon Ramsay o Jamie Oliver. Para nosotros era obvio que había un hueco en el mercado para ese lector que quisiera empaparse de cocina sin tener que recurrir al típico catálogo de recetas y consejos de andar por casa. Por eso ha nacido nuestra revista".

Fricote no es cualquier cosa sino un gigantesco pulpo en cuyos tentáculos se enredan desde el cine a la televisión pasando por la arquitectura, el arte o la fotografía. "Todo está relacionado", dice Pham, que pide disculpas por lo breve de la conversación telefónica, ya que el parisiense tiene que lidiar con la gran recepción que ha tenido su publicación, que ha sufrido un auténtico bautismo de fuego en el concept store más famoso del mundo, Colette, situado en pleno corazón de la capital francesa.

En sus más de 100 páginas, Fricote reivindica el placer de comer con un matiz atrevido y, en ocasiones, hasta salvaje: "la gastronomía es tan cambiante e influyente como la moda y cuenta con sus propios termómetros. Nosotros no buscamos un enfoque tradicional (para eso ya hay otras revistas), sino una perspectiva nueva, hasta insolente, que te permita ver la cocina de un modo distinto", afirma.

Un total de 50.000 ejemplares donde conviven -armoniosamente- el inglés y el francés solidifican un proyecto que se une a los de publicaciones como Swallow, Meatpaper, Gastronomica o Cocoaroma, que abarcan territorios como el chocolate, la comida vegetariana o el slow food con el plus que proporciona un diseño de vocación moderna y un grupo de redactores para los que la cocina es como una pasarela: su primera función es entrarnos por los ojos. "Todos los que formamos mi equipo estamos locos por la comida... ¿Cómo íbamos a hacer una revista así si no lo fuéramos?", remata Wang antes de colgar el teléfono e ir -obviamente- a llenarse el estómago en una "comida de trabajo".

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