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Reportaje:Gastronomía

Un tomate cacerola

Rosa Rivas

Son cacerolas egoístas. Pensadas para el "yo me lo guiso y yo me lo como". Aunque el uso y disfrute individual puede organizarse entre los comensales: ¿quién prefiere el tomate?, ¿a quién le gusta la manzana?, ¿y la berenjena? Las salsas pueden ir dentro del ajo o dentro del pimiento. Y el puré lo ponemos en la calabaza...

Los seis modelos de minicocottes que ha creado Le Creuset ofrecen estas posibilidades de jugar en la mesa. Y al mantel llegan directamente del microondas o el horno (de todo tipo, incluido el de inducción), y aunque resisten de -18º a los 300º-, no admiten el fuego directo de la cocina. Las cacerolitas, que miden 10 centímetros de diámetro y su peso no llega a medio kilo, tienen una capacidad de 0,30 litros y cuestan cada una 19 euros. Están hechas de cerámica de gres esmaltada y su superficie esmaltada es inalterable y no reactiva frente a los alimentos ácidos; es decir, evita la decoloración de los alimentos durante la cocción o el almacenamiento de alimentos. Tampoco absorbe olores ni humedad, como sus hermanas mayores de la gama cerámica de colores de Le Creuset. www.lecreuset.es.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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