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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Francisco Almazán, escritor y flamencólogo

Ayer fue incinerado en el cementerio de La Paz, en Tres Cantos, el cuerpo de Francisco Almazán, fallecido el día anterior en su domicilio, donde vivía con su madre. Tenía dos hijos.

Francisco Almazán había nacido en Madrid en 1936. Maestro en Soria, pronto se hizo evidente su ideología izquierdista, lo que motivó que el régimen franquista lo represaliara expulsándole de la enseñanza. Desde entonces Almazán vivió escribiendo colaboraciones periodísticas, destacando sus años en la revista Triunfo, cuando esta publicación era la que arriesgaba y se significaba más que ninguna otra -hasta donde entonces se podía llegar- en una cierta contestación a la situación política imperante.

Francisco Almazán fue también un gran aficionado al arte jondo -no sé si el término flamencólogo le agradaría a él-, que siguió muy de cerca toda su vida, escribiendo, dando conferencias y participando en otras actividades. Fue precisamente en Triunfo donde Almazán acuñó el término, que hizo fortuna, "nacionalflamenquismo", para definir la utilización de cante y copla en aquellos tiempos políticos.

Como él mismo explicaría en un texto de 1987, "la España de Franco, aislada y bloqueada internacionalmente, necesitaba una afirmación nacional orgullosa de sus valores frente al mundo y reducir, definitivamente, la diversidad interior a unidad firme y claramente manejable".

Fue fiel al flamenco hasta las últimas horas de su vida, pues la noche anterior al fallecimiento, el miércoles pasado, acudió a La Casa Encendida para asistir a la conferencia que, dentro del Festival Flamenco Caja Madrid en curso, pronunció José María Velázquez-Gaztelu, seguida por un recital de cante de Curro Piñana. Quienes hablaron con él me dicen que se quejó de andar algo "pachucho" y les dijo que estaba haciéndose unos análisis clínicos, pero sin dar mayor trascendencia a la cuestión. A la mañana siguiente se le descubrió en su lecho sin vida. "No estaba enfermo", me dice su amiga la diputada Marisa Castro, de IU. "Sí estaba triste, muy triste por cuanto está pasando".-

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