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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Anita O'day, cantante de jazz

Era una superviviente de la era dorada de las 'big bands'

Vivió rápido pero no murió joven. Anita O'Day (Anita Belle Colton, Chicago, 1919), superviviente de la era dorada de las big bands y la única cantante de jazz de piel blanca comparable a las más grandes -Ella Fitzgerald, Billie Holiday o Sarah Vaughan-, falleció el pasado jueves 23 de noviembre en la ciudad de Los Ángeles, a los 87 años, a causa de una neumonía.

De origen pobre, sobrevivió a los años de la Depresión actuando en los populares maratones de baile que fueron la válvula de escape para una inmensa mayoría de norteamericanos llevados a la miseria por el crack de Wall Street. Fue entonces cuando adoptó el nombre artístico que le acompañaría hasta el fin de sus días: "Me pareció que era un nombre muy enrollado porque, en el argot, O'Day significa pasta, que era lo que yo esperaba hacer".

Tras ser rechazada por Benny Goodman (que prefirió a Peggy Lee), en el año 1941, se unió a la orquesta del baterista Gene Krupa, en cuyas filas militaba el trompetista Roy Eldridge. Anita formaría con Eldridge una de las parejas artísticas interraciales más singulares y menos convencionales del espectáculo. No sólo desafiaron el sistema de apartheid imperante en el país sino que obtuvieron un notable éxito entre los swing fans, tanto negros como blancos, con piezas como Let me off uptown o Drummin' man. El carácter ferozmente independiente de la cantante -"Anita fue la típica hippy prematura", en palabras del crítico Leonard Feather- salió a la luz por el tipo de compañías que frecuentaba pero incluso por el atuendo ausente de todo glamour que utilizaba para sus apariciones en público. Una rebeca y una falda abierta absolutamente anodinas constituían su "escandalosa" indumentaria, tanto dentro como fuera del escenario. Con ello, desafiaba a los críticos y aficionados en su costumbre de juzgar a las cantantes de orquesta únicamente por su apariencia. Además, estaba lo que su atuendo dejaba ver. No en vano, por aquel tiempo, la cantante se ganó un título: el de las piernas más bonitas del jazz.

Tras dejar a Krupa, cantó por un breve tiempo en las orquestas de Woody Herman y Stan Kenton (su versión de And her tears flowed like wine fue uno de los mayores éxitos en la carrera del discutido director de orquesta). Por lo demás, la vida de Anita era un torbellino sin fin de drogas, alcohol, matrimonios, abortos, divorcios... en el año 1947 fue arrestada por primera vez por posesión de marihuana. Cinco años más tarde fue nuevamente detenida y pasó una temporada entre rejas. Después de que su adición a la heroína estuviera a punto de costarle la vida, en los años sesenta, se sometió a una cura de rehabilitación gracias a la cual pudo continuar con su carrera, algo por lo que nadie hubiera apostado un céntimo, y de hecho, siguió cantando hasta los 86 años.

Para el recuerdo quedan sus álbumes grabados junto al arreglista Billy May, en los años cincuenta -su momento de plenitud- para el sello Verve (Anita O'Day swings Cole Porter with Billy May, Anita O'Day and Billy May swing Rodgers And Hart); o su aparición estelar en el Festival de Newport del año 1958, recogida en el filme Jazz on a summer's day. Anita O'Day no se consideraba a sí misma como una cantante sino una "estilista de la canción". Para el fotógrafo William Claxton fue "una mujer extremadamente inteligente con energía para mover un tren"; "una cantante con un contagioso sentido del swing y una febril practicante del scat" (Ellos y Ellas. Las grandes voces del jazz). En el año 1981 vio la luz su autobiografía, Hard times, high times, escrita en colaboración con George Eells (autor de, entre otras, la biografía del actor Robert Mitchum): un "documento de una brutal honestidad" en el que repasa su controvertida existencia a cara descubierta y sin esconderse en ningún momento. Actualmente, se halla próximo a estrenarse un filme documental sobre su vida: Anita O'Day: Life of a jazz singer, con guión de Will Friedwald.

Su paso por nuestro país fue fugaz y tardío. En 1987 actuó en el Festival de Jazz de Madrid, la primera y última ocasión que lo hizo en la capital del Estado. También cantó en Valencia, junto a la orquesta del clarinetista Buddy DeFranco; y en Barcelona, en el año 1970, acompañada por el trío del pianista francés George Arvanitas. Según su representante, Robbie Cavolina, la cantante no tenía hijos ni ningún familiar cercano.

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