Boda de princesa para la hija de Bono

No podía ser en otro lugar que no fuera Toledo. José Bono organizó a su hija Amelia una boda de princesa en su feudo político. Y Toledo se volcó en una cita en la que la clase política se mezcló con la aristocrática y el mundo de la farándula, porque el novio, Manuel, es hijo del cantante Raphael y de Natalia Figueroa, miembro de una de las familias de más abolengo del país.

La iglesia del antiguo Hospital del cardenal Tavera acogió a muchos invitados, pero no a todos los 600 convocados por los Bono-Martos, ya que su tamaño no daba para tantos. El presidente del Congreso de los Diputados era ayer un hombre feliz al llevar al altar a su hija Amelia y al emparentar con Raphael, "un gran artista", y Natalia, "una gran mujer".

Los novios querían una ceremonia familiar pero no fue posible. No todos los días coinciden en un enlace Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro de Interior, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega o el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Félix Sanz Roldán, con la cantante Alaska, gran amiga de Raphael. También estaban el diestro Curro Romero; la hija de la duquesa de Alba, Eugenia Martínez de Irujo; las actrices Lina Morgan y Concha Velasco, y las hermanas Chavarri, primas de Natalia Figueroa. Así como los cantantes Alejandro Sanz, David Bisbal y Carlos Baute.

Entre ellas destacaron los trajes largos, las gasas y las flores, y, por supuesto, los tacones de vértigo que tanto se llevan esta temporada y que pusieron en peligro la verticalidad en los empedrados de las calles toledanas.

Amelia estaba radiante con un traje que le diseñó Manuel Mota (Pronovias). Un modelo de alta costura de línea romántica confeccionado en voile de seda natural con volantes dobles colocados de forma vertical que daban movimiento a una falda de tres metros de cola, que para el baile se recogió en un polisón. La boda acabó al amanecer en el Cigarral del Ángel Custodio.