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Necrológica:

Elixio Rodríguez, exiliado republicano

Coronel de aviación y militante galleguista, labró su carrera como empresario en México

El próximo 25 de julio será la primera celebración del Día da Patria Galega, al que Elixio Rodríguez no asiste en Santiago de Compostela desde hace más de dos décadas. Exiliado en México desde 1939, en cuanto pudo volver, primero venía a pasar unos días en su tierra de Bande, en la raia con Portugal, y después acabó residiendo casi la mitad del año.

E indefectiblemente todos los 25 de julio su figura menuda y atildada, impecablemente trajeada pese a los rigores estivales, se podía ver primero en la manifestación nacionalista y después en la tribuna de oradores. Los vaivenes partidarios ocasionaron altas y bajas en el palco, pero en él siempre se podía ver y oír, a pesar de que no tenía cargo alguno en el Bloque Nacionalista Galego y que muchos militantes ni siquiera lo conocían, a aquel anciano al que 40 años de destierro sólo le notaban en el traje y en algunas expresiones mexicanas que salpicaban su idioma natal.

Asistir al Día da Patria era una costumbre que adquirió al inicio de los años treinta del pasado siglo, cuando formaba parte de las Mocedades Galeguistas de la comarca de Celanova. Tenía como compañeros al futuro poeta Celso Emilio Ferreiro, al futuro maestro del documental cinematográfico Carlos Velo y a su hermano, Xosé Velo, que sería uno de los líderes del comando de antifascistas españoles y portugueses que en 1961 consiguieron secuestrar el transatlántico Santa María en aguas internacionales, como un golpe de efecto contra las dictaduras ibéricas.

Elixio Rodríguez pudo haber perdido definitivamente el hábito en 1936. Detenido por los falangistas de Bande, una noche lo incluyeron en una saca o paseo. Estaba ya al borde de la cuneta donde yacían los cadáveres de sus compañeros cuando iluminaron la escena los faros del coche. Era un teniente del ejército llamado Pousa que esgrimiendo los galones, una escopeta y el argumento de que era imprescindible interrogarlo lo salvaron in extremis. Matádeo mañá (Matadlo mañana) fue la frase final del tenso parlamento, que Elixio Rodríguez usó como título de sus memorias (publicadas en Edicións Xerais de Galicia en 1994).

Según cuenta en su autobiografía, hoy agotada, tuvo que incorporarse a las filas franquistas y posteriormente, gracias a su título de piloto, ingresó en la Legión Cóndor. Un mes después, logró pasarse con su avión a la zona republicana, a través de Gibraltar y África. Destinado en San Javier (Murcia), allí estuvo de nuevo a punto de ser fusilado, acusado de espionaje. Se salvó gracias a la intercesión de Alfonso Daniel Castelao y de otros diputados galleguistas en Valencia, y a la intervención de Dolores Ibárruri.

Tras la derrota republicana y la huida a Francia, logró embarcar hacia México en el vapor Ipanema. Allí labró una carrera como empresario, a la vez que mantenía su militancia republicana y nacionalista. En esos círculos, en concreto en el café Madrid, conoció y después trató a gente como a un par de jóvenes que preparaban en México DF una revolución contra el dictador cubano Fulgencio Batista. Uno era un hijo de gallegos llamado Fidel y el otro un argentino al que llamaban Che.

El empresario exiliado también contaba, divertido, cómo una vez, en una fotografía de un periódico, su mujer, Gloria, reconoció a un muchacho sueco que, en las vacaciones de sus estudios en Estados Unidos, se había ganado unos pesos como dependiente de una ferretería de su propiedad, y que se llamaba Olof Palme.

En sus días de retiro en Bande, en conversaciones y entrevistas, que siempre acompañaba con tragos de whisky y humo de tabaco rubio, indefectiblemente salía a relucir el tema de si se había cruzado con algunos de aquellos que no pudieron matarlo aquella noche, ni ninguna de las siguientes. "Sí, muchas veces. No nos saludamos, y no pasa nada".

Elixio Rodríguez, aviador republicano y galleguista.
Elixio Rodríguez, aviador republicano y galleguista.

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