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James Franco vuelve a clase

La estrella de Hollywood es también un estudiante aplicado

Hay quien piensa que James Franco no es humano. Que en realidad es un ejército de robots con la habilidad de apreciar las artes y la literatura. Así describen al actor en uno de los blogs vinculados a la Universidad de Yale (EE UU). Y no les falta razón, porque el actor californiano de 33 años está en todos lados, especialmente en el ámbito escolar. Mañana lunes vuelve a clase: en Yale prepara su doctorado en Inglés mientras que en la escuela de diseño de Rhode Island hace lo mismo en Bellas Artes; además, en Detroit rueda Oz, the great & powerful. Franco cuenta con experiencia como estudiante omnipresente. En 2010 completó un máster en Arte y Cine en la Universidad de Nueva York, se graduó en Cinematografía en la escuela Tisch, a la vez que concluyó en la Universidad de Columbia otro máster de Bellas Artes y se graduó en Escritura Artística. Al menos en este caso todos los centros docentes estaban en la misma ciudad, a tiro de metro.

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Dice que tiene hambre de saber. Y los genes de su madre. Franco, considerado a estas alturas un hombre renacentista, multidisciplinar, siempre tiene en mente a su madre, Betsy Franco, para agradecerle sus inquietudes artísticas y literarias. Como muchos otros jóvenes que llegaron a Hollywood en busca de una carrera, Franco fue también un nini, alguien que había abandonado sus estudios y que tampoco contaba con un trabajo. Eso fue en sus comienzos, cuando dejó la carrera de Literatura que comenzó en 1996 en la UCLA californiana para ser actor. El éxito le llegó rápido, primero en televisión con series como Freaks & Geeks junto a Judd Apatow, telefilmes como James Dean y especialmente en cine con el taquillazo de Spiderman. Pero sus prioridades también fueron cambiando. "Para mí, la universidad es el lugar que está formando mi práctica", admitió recientemente. Lo primero fue completar su titulación en la UCLA, donde se graduó en 2008. Y a partir de ahí, el mundo académico fue suyo.

Lejos de limitarse al cine (en Venecia ha presentado su primer filme como director, Sal, un biopic sobre el actor Sal Mineo) y a los estudios, Franco también extiende cada vez más su alcance y este año alternará sus clases y sus rodajes con otros intereses. Entre ellos, la fotografía, con su presencia en el proyecto Made in Polaroid, en apoyo al arte libre. En las tiendas está su último álbum musical, un trabajo que bajo el título de Turn It Up le une al artista Kalup Linzy al ritmo de Motown, new age y pop electrónico. Además está su libro de historias cortas titulado Palo Alto en honor a la ciudad que le vio nacer. La pintura, el performance o la televisión son otras de sus aventuras intelectuales, esas que suma al cine. Como el aspirante al Oscar al mejor actor por 127 horas ha explicado en anteriores ocasiones, él viene de una generación de actores donde la interpretación está unida a la cultura popular y la polinización cruzada es natural. "Hay a quien le sonará pretencioso o tonto, pero no en el mundo del arte, donde estos intereses cruzados se han dado siempre", justifica.

Sus fotos dormido en clase son muy habituales en Internet. No es de extrañar con esa actividad.

James Franco, en la Mostra de Venecia.
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