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Necrológica:IN MEMÓRIAM
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

José María Garmendia, historiador vasco

Antonio Elorza

Tenía aspecto de clandestino y posiblemente le gustaba la clandestinidad. La trayectoria de José María Garmendia Urdangarín, historiador guipuzcoano nacido en Legorreta hace 54 años y que acaba de fallecer, no sigue los cauces habituales. Fue primero militante de ETA, luego hombre de prensa del Partido Comunista de Euskadi, implicado transitoriamente en la convergencia en Euskadiko Ezkerra (EE), y por fin notable historiador. Esta última faceta le llevó a alcanzar la cátedra de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, en el nivel correspondiente a los euskaldunes, hace una década. Aunque parezca extraño, un hilo rojo enlaza estas distintas actividades del intelectual desaparecido.

Conocí a José María Garmendia en vísperas de la celebración del tercer congreso del PC de Euskadi, cuando el sector vasquista del partido, a la vista del desastre electoral de junio de 1977, pensó en la necesidad de iniciar una convergencia con el sector de los ex poli-milis, encabezado por Onaindía que parecía aproximarse al sistema democrático. En aquel grupo, que tenía por referencia personal a Roberto Lertxundi, figuraba nada menos que un teólogo de Deusto, un editor, Luis Haranburu-Altuna; un economista, luego dirigente de EE, y un distribuidor de libros, Javier Ardanza, de apodo Biritxi. El resultado de aquellas reuniones fue un librito titulado Eurocomunismo y Euskadi, que, a pesar de la cercanía del título, no le hizo la menor gracia a Santiago Carrillo. Del grupo, el mejor conocedor de los entresijos del partido era sin duda José María Garmendia, apodado Iratze en los años de ETA y al que por entonces llamábamos Cuchillito, por el perfil afilado de su fisonomía. Garmendia procedía del grupo minoritario de ETA VI, los minos entre ellos Lertxundi y Juan Infante, que habían iniciado un camino hacia el Partido Comunista. Garmendia se ocupó de asuntos de prensa, sobre todo cuando en vísperas de la transición el partido inició la publicación del semanario Berriak. Tal vez por ese mejor conocimiento de lo que realmente ocurría, Garmendia se desengañó antes que otros de la perspectiva de una convergencia entre euskocomunistas y gente de Onaindía. La aparente victoria de los primeros, con Lertxundi de secretario general, se vio rápidamente cortocircuitada. A pesar de todo, José María Garmendia mantuvo excelentes relaciones con Ramón Ormazabal, el predecesor y adversario de Lertxundi.

Del desengaño político a la universidad. A fines de los setenta, José María Garmendia empredió una fértil carrera de historiador, en cuyo ejercicio supo conjugar las exigencias del oficio con su observación militante. De ahí surgió su libro Historia de ETA, publicado entre 1979 y 1980, a la que seguiría La resistencia vasca, de 1982, escrita con Carlos Elordi. Fue entonces cuando tuve más contacto con él, descubriendo indirectamente una faceta de excelente iniciador en los temas vascos, cuando dentro de un proyecto de trabajo le puse en contacto con mi entonces colaboradora Mercedes Cabrera. Pero sobre todo Garmendia supo aprovechar ese gusto mencionado por la clandestinidad para adentrarse en los archivos del Gobierno vasco y realizar una tesis innovadora sobre la política nacionalista durante la Guerra Civil. Los prologémenos del Pacto de Santoña recibieron una nueva luz, resumiendo esos logros en el libro conjunto con José Manuel González Portilla, La Guerra Civil en el País Vasco (siglo XXI Madrid 1988).

En 1997 Garmendia alcanzó la cátedra de Historia Contemporánea y siguió ahondando en el tema de ETA. En el año 2000 colaboró en La historia de ETA, por mí dirigida, y recientemente reeditada.

Una inesperada y penosa enfermedad ha puesto fin a la vida de este cordial, discreto, muy discreto, y excelente conocedor de la historia reciente de su pais.

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