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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Lázaro Ros, rey de los cantos yorubas

Cuando se habla de música afrocubana, de cantos yorubas y de la voz más fiel de los orishas (divinidades de origen africano), sólo hay un nombre: Lázaro Ros.

Nacido el 11 de mayo de 1925 en la barriada habanera de Santos Suárez, Ros era desde hace décadas el cantante líder, el apkwón por excelencia, el número uno. Por eso, su fallecimiento, el martes, a los 79 años, víctima de un cáncer, conmocionó a los santeros y practicantes de religiones afrocubanas, pero también a todos los que en Cuba tienen que ver con la cultura y con el folclor.

También por eso, su entierro, el miércoles, en la necrópolis de Colón, en la ciudad donde nació, fue una fiesta de baile y lamentos, con cantos y buches de ron, y su ataúd danzó en la calle a hombros de sus tamboreros y compañeros de arte al ritmo de los ancestros.

Lázaro Ros fue barrendero, lechero, vendedor de pollos y, por supuesto, no pudo estudiar música ni pasar por una escuela de arte. Pero desde pequeño, en el solar donde habitaba, entró en contacto con los orishas y con la música yoruba. A los 13 años empezó a cantar y bailar rumba en las fiestas, y desde entonces se dedicó a aprender con paciencia los cantos religiosos originarios de África transmitidos de generación en generación por los esclavos, convirtiéndose en una enciclopedia viva del folclor afrocubano.

"Un cantante folclórico no se hace de un día para otro; tengo en mi cabeza cerca de mil cantos y un vocabulario de 3.000 palabras yorubas", dijo en alguna ocasión Lázaro Ros. Su voz de barítono aguardentosa quedó registrada en una veintena de discos, que son un tesoro del folclor cubano, pues nada tan completo y tan fiel se había hecho con los cantos religiosos afrocubanos hasta él.

Su mérito, sin embargo, no fue sólo contribuir a salvar la memoria de esta tradición. Además de ser fundador, en 1963, del Conjunto Folclórico Nacional y de llevar la voz de los orishas por más de 50 países del mundo, Lázaro Ros fue generoso siempre y prestó su voz y sus conocimientos a proyectos que fusionaron la música afrocubana con el rock -junto a Carlos Alfonso en el grupo Síntesis, y a Pablo Menéndez en Mezcla- y con el jazz, con Chucho Valdés, con quién grabó varios que fueron nominados a los premios Grammy.

Compartió escenario con Carlos Santana y otros grandes de la música interesados por las raíces y los ritmos afrocubanos. Solía decir: "hay muchos intelectuales que ven con más admiración el arte europeo clásico: nosotros también somos clásicos".

El miércoles, al despedir el duelo, la etnóloga Natalia Bolivar, con quien ofreció numerosas conferencias en España sobre folclor y música cubana, dijo: "Un rey ha partido. Se ha ido la voz por excelencia, salida del corazón de la selva nigeriana". Antes de llegar al cementerio, el féretro del akpwón fue paseado y bailó en las calles junto a sus amigos y admiradores, que entonaron los cantos más tristes de los orishas que Ros interpretó como nadie.-

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