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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Paul Rebeyrolle, la materia en rebelión

El pintor Paul Rebeyrolle falleció el 7 de febrero en su residencia de la Borgoña a los 77 años de edad. Había nacido en el pueblecito de Eymoutiers en 1926, cerca de Limoges, y durante sus primeros años de actividad pictórica -su primera exposición personal tuvo lugar en 1951- estuvo muy influido por Picasso. Como él, no quiso dar el paso a la abstracción y, a pesar de sus querencias expresionistas o de su dejarse llevar por el azar y la irrupción de la materia bruta en sus telas -paja, hierba, tierra, todo tipo de deshechos, etc.-, nunca renunció a la figura humana.

En su día dijo querer "reintroducir los grandes sentimientos en la pintura" y fue dando más y más densidad a sus obras. Rebeyrolle se declaraba en guerra contra todo: contra la injusticia, pero también contra el academicismo; contra el intelectualismo y contra la explotación.

Jean-Paul Sartre le vio como un existencialista natural al escribir que "desde niño, Rebeyrolle sabe lo que puede ser la libertad de los hombres y eso es lo que pinta". Otro filósofo, Michel Foucault, también reflexionará sobre la obra de un artista que se soñaba "igual a un jabalí", animal al que rindió homenaje en diversas composiciones y al que en 1971, en una gran exposición en la Fundación Maegth, hizo protagonista junto a una serie de desnudos.

Su manera de tratar la naturaleza y de mezclar en ella la figura humana hizo que se le comparase a Gustave Courbet, elogio que le satisfacía. "Ahora comienzo a tener un conocimiento parecido de los verdes, de la luz, de la estructura íntima de esas cosas que el realismo fácil no ve y sólo aborda exteriormente", señaló.

Animales chillando de dolor, cuerpos ensangrentados y heridos, tortura y desesperación formaban parte del paisaje visual de Rebeyrolle, que en 1967 viajó a Cuba y volvió ingenuamente transfigurado, embarcado en un empeño de mayor realismo. Ese voluntarismo político duró poco y enseguida volvió a elaborar series sacadas de la vida cotidiana -variaciones sobre la cesta de la compra, por ejemplo-, tratadas desde una óptica expresionista y matérica.

Para Jean-Louis Prat, que durante muchos años ha dirigido la Fundación Maegth, "si Rebeyrolle no es más conocido la culpa hay que dársela a los museos. Aún es hora de que el Centro Pompidou le compre un cuadro. ¡Es inadmisible!".

Lo cierto es que algunos de los principales coleccionistas franceses, como François Pianult, sí tienen abundante obra de Rebeyrolle, que decía estar "contento de tener un público de auténticos aficionados". "Que me hayan marginado de una manera tan radical prueba que no he seguido el camino del conformismo. No soy un lacayo", le declaraba el pintor a Annik Benoist.

Desde su residencia en Borgoña, Rebeyrolle no había dejado de seguir la actualidad y esos últimos años había puesto en marcha varias series, una dedicada a los estragos del monetarismo y otra que abordaba la cuestión de la clonación.

La naturaleza del pintor no se dejaba domesticar, sus árboles se rebelaban contra quienes los querían ajardinados e idénticos. "El amor por la naturaleza y por las personas puede exigir la violencia. Si mis árboles molestan es porque no se puede esclavizar la naturaleza", aseguraba.

<i>Bacchus,</i> de Paul Rebeyrolle.
Bacchus, de Paul Rebeyrolle.AFP

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