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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Pionero de la 'teología del mundo'

Juan José Tamayo

El fallecimiento de José María González Ruiz (Sevilla, 1916-Málaga, 2005) deja un gran vacío en la teología española y en la Iglesia católica, y nos sume en una profunda tristeza a quienes fuimos primero sus discípulos, después sus colegas y siempre amigos. Tuve el honor de participar en el homenaje que el Ateneo de Málaga le hizo el pasado mes de abril, donde, aunque muy debilitado, habló de sus aportaciones al Concilio Vaticano II, celebrado en Roma de 1962 a 1965, y defendió los logros de dicho concilio. Él fue uno de los teólogos más lúcidos y creativos del panorama teológico mundial del siglo XX y uno de los intelectuales cristianos más madrugadores en el diálogo con la modernidad, especialmente con dos de sus manifestaciones más significativas: el marxismo y el ateísmo. Testigo de nuestro tiempo y teólogo de frontera, ha sido pionero en muchos campos, algunos de los cuales intentaré explicitar a continuación.

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José María González Ruiz, teólogo

Recurriendo al título de una obra emblemática del teólogo alemán Karl Rahner, creo que a González Ruiz se le puede definir como oyente de la palabra. Realizó estudios bíblicos en Roma y fue profesor de Nuevo Testamento durante más de cincuenta años. Se especializó en el apóstol Pablo, a quien ha dedicado una parte nada desdeñable de su reflexión bíblica. Su obra más importante e influyente a este respecto es Epístola de san Pablo a los gálatas. Traducción y comentario, que supuso una verdadera revolución en las investigaciones paulinas y cuenta con numerosas ediciones. El estudio de González Ruiz sobre la Carta a los gálatas constituye una obra de consulta obligada entre los expertos y de referencia permanente para los cristianos y cristianas que deseen vivir su fe en clave de libertad y liberación. Y ello por varias razones. Primero, porque capta muy bien la originalidad del evangelio como mensaje de salvación universal. En segundo lugar, porque sabe extraer todo el potencial libertario (de libertad) del cristianismo, expresado por Pablo: "Cristo nos ha liberado para la libertad. No os dejéis someter otra vez bajo el yugo de la esclavitud" (Gálatas 5, 1). En tercer lugar, porque ayuda a luchar contra las discriminaciones de todo tipo: sexista, racial, étnico, religioso, cultural, social, etcétera, a partir de la revolucionaria declaración de igualdad hecha por el propio Pablo: "No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer" (Gálatas 3, 28).

Además de especialista en la Biblia, González Ruiz fue teólogo. Se doctoró en la Universidad Gregoriana de Roma en los años cuarenta del siglo pasado, y desde entonces ejerció su tarea como profesor y escritor, en sintonía con los nuevos climas culturales, atento a las aportaciones innovadoras de la exégesis bíblica y sensible al mundo de la pobreza y marginación. Su teología parte de la realidad analizada desde las ciencias sociales, y transita cómodamente por el mundo de la Biblia, leída a través de los métodos histórico-críticos.

González Ruiz dialogó con los pensadores de ayer y de hoy, pero no para ponerlos de acuerdo en un acto de forzado irenismo, sino para recuperar las mejores tradiciones emancipatorias y responder a los desafíos del pensamiento moderno. En sus reflexiones aparecen los padres de la Iglesia junto a los Maestros de la sospecha (Marx, Nietzsche y Freud), en un esfuerzo por comprender el mundo en su dialéctica de iniquidad y de liberación, la historia humana como experiencia de gracia y pecado, y a Dios como problema y misterio.

González Ruiz fue pionero en la elaboración de una teología del mundo, como se pone de manifiesto en El cristianismo no es un humanismo, que recoge trabajos suyos escritos en la década de los sesenta. Los obispos centroeuropeos más aperturistas, entre los que no se encontraban los españoles, se hicieron eco de dichos trabajos en el aula conciliar y los utilizaron como base para la elaboración de algunos de los documentos más innovadores del Vaticano II, especialmente la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual y la Declaración sobre libertad religiosa, donde puede verse la huella del teólogo andaluz, incluso en su literalidad.

Fue el más madrugador de nuestros intelectuales en el diálogo entre cristianismo y marxismo, hecho de importancia especial tratándose de un pensador procedente de un entorno cultural visceralmente antimarxista y de un ambiente religioso rabiosamente nacional-católico como el que imperaba en la España de entonces. Su obra emblemática fue Marxismo y cristianismo frente al hombre nuevo, con la que contribuyó a liberar a las cosmovisiones cristiana y marxista de sus rigideces dogmáticas. Participó activamente en los diálogos cristiano-marxistas y colaboró junto con otros pensadores cristianos como Rahner, Metz, Moltmann, etcétera, y con intelectuales marxistas críticos como Machovec, Kolakovski, Garaudy, Mury, Lombardo-Radice, Bloch, etcétera, en la búsqueda de elementos éticos humanizadores comunes al cristianismo y al marxismo. Todos ellos ayudaron a gestar un marxismo cálido crítico, humanista, utópico, y un cristianismo renovador, tolerante, no dogmático y emancipador.

González Ruiz ha sido testigo activo de un azaroso periodo de la historia de Iglesia y de la sociedad española, que comprende la dictadura de Primo de Rivera, la II República, la Guerra (in)Civil, la dictadura de Franco, la democracia, el Vaticano II y la involución posterior. En cada uno de ellos vivió su compromiso ético como ciudadano, intelectual y cristiano, en defensa de la libertad. Durante el franquismo denunció el nacionalcatolicismo y el atropello sistemático de los derechos humanos, y apoyó, de pensamiento, palabra y obra, a las organizaciones políticas, sociales y sindicales clandestinas. Durante la democracia criticó las pretensiones neoconfesionales de los sectores cristianos conservadores e integristas, y defendió la secularización la sociedad así como la laicidad del Estado y sus instituciones.

La vida y la obra del teólogo andaluz nos muestran a un creyente sincero y a un intelectual comprometido con su tiempo. Su actitud creyente queda expresada con gran nitidez en el título de uno de sus libros: Creer a pesar de todo: "A pesar de todas las crisis, de todos los cambios de tercio, de todos los conflictos que hoy inevitablemente desgarran el campo cristiano". Pero su fe no fue crédula, pacata o pasiva, sino crítica, lúcida y activa, como demostró hasta el último momento a través de su intensa actividad como profesor, escritor y crítico literario. Su opción radical por los excluidos y la defensa de su dignidad se reflejan en su obra Pobreza evangélica y promoción humana. Su concepción liberadora del cristianismo se expresa ejemplarmente en Creer es comprometerse, uno de los libros más influyentes del cristianismo progresista de los últimos cuarenta años. José María González Ruiz fue un teólogo de frontera.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones en la Universidad Carlos III.

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