_
_
_
_
_

Al recuerdo de Carmen Tagle

Baltasar Garzón

BALTASAR GARZÓNCarmen, quebrando en parte la promesa que te hice días antes de su muerte, voy a hacer declaraciones, y precisamente tú eres la causa Nunca deben haber sido así, pero las circunstancias lo ¡mponen.

Antes de tu pérdida sabes que os preguntábamos los dos en mi despacho, entre declaración y declaración, si merecía la pena seguir en la brecha ejerciendo la función jurisdiccional en la Audiencia Nacional; si nos compensaba en algo la falta de tranquilidad, la preocupación de nuestras familias , de nuestros amigos, la falta de comprensión de algunos. Al final llegábamos siempre a la misma conclusión, pensábamos que el esfuerzo de todos los que estábamos aquí contribuía a la consecución de una pacífica convivencia en España, y que, aun en el supuesto de que tuviéramos que entregarnos más plenamente, corno tú lo has hecho, era necesario continuar.

Nadie conocía tu parte humana, tu tremenda sensibilidad, tu upación por tti- familia, por nosotros, por todos, menos por ti.

Tú hacías las cosas sin qué nadie apenas se enterara, porqué as sentías. Por eso nunca mencionabas que diariamente te ocupabas de tu prima, deficiente mental; apenas callando me decías: "Baltasar, ¿sería posible que hicieras algo para que mi hermano periodista, que trabaja en Colombia, se viniera a España?". Y ello porque estabas precupada con los sucesos que esán ocurriendo en aquella nación contra los. medios de comunicación. Otras veces, a mí o a otros compañeros nos imponías tranquilidad. y nos exigías que tomáramos medidas de seguridad, cuando tú no las tomabas, porque tenía por nosotros.

Hoy, día 15 de septiembre de 1989, después de que te enterramos ayer, puedo decir dos cosas; una la tremenda lección que nos ha dado tu familia, cuando apenas dos horas antes de darte sepultura, me decían delante de tu cuerpo inerte: "Baltasar, no tengas miedo, no tengas ningún miedo; seguid adelante, hacedlo por Carmen", y cuando, instantes después, tu hermano Tono, en unas palabras desgarradoras, dichas a corazón abierto, nos ex¡gía el perdón para tus asesinos en tu nombre, porque él y tu familia ya les habían perdonado, comprendí, y ésta es la segunda, que no queda más remedio que seguir luchando; y no sólo por ti, sin lo por todas las.'víctimas que la barbarie terrorista nos está óbligando a soportar, y a hacerlo de la única forma que sabemos, aplicando y respetando la ley porque nosotros no utilizamos otras armas que las de un.Estado de derecho.

En cuanto a tus asesinos, ni siquiera merece la peña desprecíarlos porque ellos mismos se desprecian y se enlodan cada vez que matan o atacan nuestra sociedad; y, desde luego, no:nos vamos a amedrentar, si esa ha sido su. intención, porque estamos convencidos de que la razón y la ley están de nuestra parte; y tu muerte, Carmen, nos. da ánimos para seguir. Te recordaremos siempre, Carmen.

es magistrado.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_